MADRE: ¿Dónde estabas a esta hora?
HIJO: No lo sé.
MADRE: Contéstame hijo.
HIJO: No me acuerdo, madre, te lo juro.
MADRE: ¿Qué has dicho?
HIJO: No recuerdo dónde estaba, con quién estaba, lo he olvidado todo, no sé qué me pasa, pero lo he olvidado todo.
MADRE: ¿Cómo puedes decir tal cosa?
HIJO: Pero no me acuerdo, no sé qué hacer.
MADRE: Te recordaré todos los días el dolor de las tetas que chupan de la vagina que se abre de la espalda que se lava de las manos que tocan de la pintura que se cae en el ojo del brazo que se quema en el aceite mientras se prepara la comida ropa casa techo hijo escuela y todo lo que ni siquiera tenemos pero que nos reinventamos y te damos porque te queremos, porque te queremos tanto que nos olvidamos de nosotras mismas. Eso es lo que olvidamos, de nosotras mismas. Me olvido de mí hasta que después tú te olvidas de mí, me borras y yo me quedo allí en el rincón sentada sola llorando acunándome porque estoy en medio de la carretera y hace un frío de cojones y te olvidaste de mí y yo también me olvidé de mi madre y no sé cómo volver. Echo de menos ser la madre del hijo que se va y ya no cabe en mi regazo y ya no llora y dice que ya no me necesita. Eso es lo que duele y te sigo esperando aquí hasta tarde, te sigo esperando siempre y dices que eso es lo que yo te enseñé: a esperar. Te enseñé mal, yo también me equivoco. Rescátame de aquí porque llevo mucho tiempo atascada, pero aún tengo leche que darte tú quieres ya lo sé. Es comida y no decimos que no a comida. Acuérdate de mí, hijo.
---
Él: Me gusta verte leyendo. La gente no sabe leer. (El hijo se ríe.) No lo entiendes.
HIJO: Se ríe, mucho, sin parar.
Él: Por favor, para.
HIJO: No para de reírse. No lo entiendo. Quiere explicármelo.
Él: Hoy te he dicho dos veces que me gusta verte leyendo.
HIJO: Y miró con esos ojos que sabe que tiene y lo sigue haciendo. Él lo sabe. Sospecho que le gusta. Sólo me mira. Sonríe con la mirada de quien se encuentra a sí mismo y ve que puede ser feliz un lunes por la noche. He vuelto. No estuve aquí. Volví por él, para él en mí. Pregunto si hay café.
Él: No, aquí no hay café.
HIJO: No lo entiendo. Puedo oler el café, es fuerte. Se nota que hay café en este lugar cualquiera puede olerlo desde lejos todos coinciden en que hay café.
Él: Estás alucinando. Aquí no hay café.
HIJO: Justo acaba de llegar a casa y empieza a gritar. ¡Grita que se vaya, que se detenga, que no quiere! Deja sobre la mesa las bolsas vacías de las compras que no se hicieron. Insisto en el café, lo espero. Puedo olerlo y me siento, digo que voy a esperar sentada aquí en el segundo escalón.
Él: Sonríes y nos quedamos en esos millones de segundos mirando.
---
HIJO: Hoy mi madre me ha hablado.
MADRE: Hija, sé al revés y la vida te revelará otras posibilidades.
Él: Hace falta mucho valor.
HIJO: Yo sé que sí, porque cada vez que voy por la calle y pienso que ya no estás en el mismo lugar donde te dejé, siempre me acuerdo de mi madre y ella cree en mí.
MADRE (En sincronía.): Creo en ti.
HIJO: Porque siente que estamos aquí.
MADRE (En sincronía.): Os siento aquí.
Él: (Tras una breve pausa.) No siento que vivamos todo esto, que podamos pensar en nosotros mismos.
HIJO: ¿Ya no existimos?
MADRE (En sincronía.): Hija, no hagas eso.
HIJO: Hay una sombra que me persigue, que dice que todo estará bien.
Él: Esta frase que mientes porque no dices que en realidad no soy lo que te prometí que sería. Lo prometí, lo sé. Yo también vendí la misma imagen a alguien que no eras tú.
HIJO: Nos hemos perdido y ayer estaba en la cola del banco y no estabas y me dijo mi madre.
MADRE: Hace falta mucho valor, hija mía.
HIJO: Echo de menos a mi madre, no a ti, porque ni siquiera estabas aquí cuando tu mano me dijo tocando la mía, mi pierna, que estabas con ella y lo acepté me quedé en ese lugar donde no sabemos cuándo empieza y cuándo termina pero estamos en ese lugar que no es el mismo donde encontramos el valor que nuestra madre nos dice que es posible y necesario, que no escuchamos la puta boca de nuestra madre que nos dice y revela lo que puede pasar.
Él: Prefería cuando eras sólo un amigo.
HIJO: No te escuché, madre.
---
MADRE: Me estoy ahogando (Catatónica.)
---
Él comienza a reírse y se desvía hacia la carcajada, hasta que se atraganta.
HIJO: Me encanta cuando estoy contigo, cuando me miras de esa manera que ni siquiera puedo explicar, pero me miras, me coges de una manera y luego dices que no es realmente lo que estoy pensando, que sólo está en mi cabeza, pero me sigues mirando, sigues haciendo eso, y sabes que me estás provocando, que estás plantando tus semillas en mí y quieres esto, sigues haciendo eso, lo haces a propósito, me acerco, hablo, hablo muy cerca de tu oído lo que quiero y lo quiero, lo quiero mucho, tú no, tú dices que no. (ÉL se detiene.)
Él: Ahora sabes por qué no quiero follar contigo.
HIJO: Me haces llorar diciendo que todo esto es una alucinación.
Él (En sincronía.): Esto sólo puede ser una alucinación.
HIJO: Qué soy loca.
Él (En sincronía.): Eres loca.
HIJO: Mientras pasas tu mano por mis piernas, me llamas de loca, dices que esto no puede ser real, mientras tomas mi mano y la besas. Me besas la mano mientras me dices que estás enamorado. Por otra persona. Me lo dijiste ayer. Lo recuerdo. Así es. Ayer. Ayer.
Él: ¡Basta! (Abraza al hijo. El hijo se aleja.)
(Fragmento de Vacas bravas)