fernando kike barbosa

Porto Alegre - RS

Fragmento Teatral

ÉL

Ahora.

Me meto la mano en el bolsillo

Cojo la granada y de repente...

SONIDO DE BOCINA. FRENADA BRUSCA. LOS PASAJEROS GRITAN A CORO. Soy lanzado hacia delante. Caigo sobre una montaña de cuerpos. El pánico se instala. Me tiran, me empujan, me rascan, me patean. La granada sale de mi bolsillo y va dando vueltas hacia el suelo bajo un asiento. Intento librarme de tantos brazos y piernas. Me arrastro bajo el asiento y estiro el brazo para intentar alcanzarla, pero un pie me aplasta la mano derecha. La granada se mueve hacia fuera de mi campo de visión. Intento levantarme, pero me vuelven a derribar.

–¡No empujen que todos vamos a bajar en esta parada! 

Entonces se abren las puertas y la gente empieza a bajar. Por fin consigo ponerme en pie y la multitud me empuja y me saca por la puerta. Intento volver a subir al autobús, pero la policía ya está haciendo su trabajo y me interceptan.

No puedo insistir. Arriesgarme a punto de que me descubran antes de tirar de la anilla.

Y ahora ya se ha montado otro circo.

Es mejor posponerlo.

Detrás de las cabezas que forman el círculo de curiosos puedo ver a la persona atropellada.

Caído, con la mitad de su cuerpo en la calle y la otra mitad en la acera. Un charco de sangre alrededor de su cabeza.

¡Parece muerto!

Una buena escena de película, aunque bastante melancólica

Otra simple muerte accidental

Sin propósito

Un capricho del azar

Una pequeña violencia

Como tantas otras

Cotidianas

Silenciosas

Nada comparado con el poder de aniquilación del que somos capaces

Inventamos la guerra para tener dignidad en la muerte

Grandeza en la muerte

Para sentirnos con el poder de Dios (de algún Dios) sobre la vida y la muerte

Y para la guerra necesitamos enemigos.

De ese otro que no es nuestro igual

Alimento para nuestro odio

La válvula a través de la cual crece y se dirige nuestra violencia


PASANTE 3

Las enfermeras parecen haber salido de una cámara frigorífica.

¡Procedimiento estándar!

–¡Qué dolor siento!


ENFERMERA

Pero eso es muy normal. Pasa señor que usted fue atropellado por un autobús. Incluso podría haber muerto. Tuvo más suerte que prudencia. Hay que tener más cuidado al cruzar la carretera. Pero no te preocupa, ya está medicado. En un rato el medicamento hará efecto y usted dormirá.


PASANTE 3

Cierro los ojos y otra vez ya no estoy aquí.

Voy a cruzar la calle pero el semáforo se pone verde.

BOCINA. EL SONIDO DE UN CHOQUE SECO.

Salgo volando por los aires y me golpeo la cabeza contra el bordillo.

Corro a ver mi atropellamiento.

Recojo mi cuerpo del asfalto sujetando mi cabeza.

Contemplo mi cara y veo el rostro de una mujer muerta.

–¡LA MUJER DE LA ESQUINA! ¡FUE ATROPELLADA!

Alguien corrió hacia la casa de mi familia y advirtió.

Yo, un chico con pantalones cortos

Corro junto con otros vecinos y con la tía que me cuidó a mí toda la vida

En la esquina, el cuerpo de la mujer que todos en el barrio despreciaban

Y a quien tantas veces insultamos

La puta de la pobre casa de madera de la esquina.

Allí donde recibía a sus clientes.

Incitados por los comentarios airados y los desprecios de los vecinos, de las amas de casa temerosas por sus maridos,

otros niños del barrio y yo subimos al tejado de un edificio y desde ahí lanzamos piedras, a veces bolsas con orina, en el techo de la mujer libertina.

A veces vigilamos por la noche y cuando un hombre entra en la casa vamos allí.

Nos acercamos a la casa pie a pie, nos pegamos a las paredes y nos quedamos escuchando los gemidos de placer y disfrute. La risa suelta y sonora de la mujer pareció desafiar aún más al vecindario. Era una puta y era feliz.

Ahora está muerta frente a mí.

Nunca había visto su cara.

La imaginé de muchas maneras pero nunca así cubierta de sangre.

De repente, siento una gran tristeza, una lástima inexplicable.

–¡Tan indefensa, tan frágil!

El hombre que la atropelló se dio a la fuga y casualmente nadie anotó la matrícula.

Algunos dicen que fue un accidente, otros que fue la venganza de una mujer traicionada.

Lloro de vergüenza de mí mismo.

De nuestra cobardía, de nuestra falta de compasión.

Lloro porque no hay vuelta atrás.

Días después ya nadie habla de ello.

No tarda ni un mes y la vieja casa de madera es derribada,

se la borran de nuestra vista como una mota de suciedad que ha sido removida.

Y ahora en su lugar, en mi memoria, hay un terreno baldío donde crecen arbustos y malezas.


ÉL

Los policías nos hacen retroceder para la llegada de la ambulancia

No tengo nada más que hacer en este lugar

No sé dónde ir

Pero sigo caminando

Estoy por el centro de la ciudad

Dentro del enmarañado de edificios los coches la gente humo vallas publicitarias

Me veo hundiendo como en un mar embravecido

Y yo sólo soy otro cuerpo flotando sin rumbo

Como un pedazo de madera podrida, que queda de un naufragio

Sólo soy otra cara fea anónima, triste, cansada y enfadada

De pie esperando el autobús

Sentado en el parque jugando al ajedrez

Bebiendo aguardiente en algún antro

Extendiendo mi mano para pedir una moneda

Cantando, bailando, vendiendo CDs

Mirando por la ventana de la 15ª planta de un edificio

Encerrado en un piso solitario

Destilando mis penas

Rumiando mis frustraciones, mi odio

Esperando mi momento de rabia

Y mis “15 minutos de fama”

Soy el reflujo de este mundo en el que me ahogo

Vómito de anuncios y luces de la ciudad

Soy una herida abierta en nuestra carne común

Pero que ya no duele

Las noticias que llegan a la red

La preocupación en los aeropuertos

Soy la otra cara que no se ofrece y que será la portada del periódico de mañana

Y el papel que envolverá el pescado pasado mañana

Y el día después

Nada en absoluto

Olvidada

Perdida para siempre

Entre fragmentos de estrellas

Remolinos en el polvo del viento

(Fragmento de Pequenas violências silenciosas e cotidianas –Pequeñas violencias silenciosas y cotidianas–)



Fernando Kike Barbosa es dramaturgo, actor y director de teatro.

escucha la entrevista:

Apresentação Critica

Fernando Kike Barbosa es actor, director y profesor de teatro y dramaturgo, licenciado en Literatura (Traducción Inglés/Portugués) en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y actualmente cursando una maestría en Estudios Literarios en la misma universidad. Comenzó su carrera artística en 1989, con el grupo de teatro Ói Nóis Aqui Traveiz, como actor, director y productor, además de desarrollar talleres. Con el grupo, creó obras tanto para la calle como para espacios cerrados, manifestando continuamente un compromiso político en sus creaciones. Entre sus trabajos destacan Antígona: Ritos de Paixão e Morte –Antígona: Ritos de pasión y muerte– (1990), Se não tem pão, comam bolo –Si no hay pan, comed tarta– (1993) y Dr. Fausto (1994), por la que recibió el Premio Açorianos al mejor actor de reparto en el mismo año. 

En 1997, comenzó a trabajar con la Compañía Stravaganza, de Adriane Mottola, con la que sigue trabajando como director, actor y dramaturgo. Junto a este colectivo comenzó a escribir obras de teatro y recibió su mayor reconocimiento como dramaturgo, como fue el caso de la obra Pequenas violências silenciosas e cotidianas –Pequeñas violencias silenciosas y cotidianas–, estrenada en 2013, con su dirección. El texto recibió el Premio Ivo Bender de Dramaturgia en 2011, así como el Premio Braskem a la Mejor Obra de Teatro en la 21ª edición de Porto Alegre em Cena, y el Premio Açorianos a la Mejor Dramaturgia, ambos en 2014. 

La obra retrata un accidente con fuga contado desde diferentes puntos de vista. El accidente, en el que estuvo implicado un autobús y que no tuvo víctimas mortales, sirve como punto de partida para hablar de los pequeños grandes prejuicios cotidianos, señalando las violencias diarias. Habla de la desigualdad social, el desempleo, la desesperanza, el racismo, la homofobia, la gordofobia y el machismo, denunciando la hipocresía y los prejuicios que rigen las relaciones humanas. La obra, que circuló por Brasil con el Festival Palco Giratorio en 2016, se construye a través de personajes “de paso”, que operan como voces fragmentadas y enunciadoras del discurso que se va construyendo en el cruce de esas piezas sueltas, de esos personajes destrozados. Hay una fábula, pero es más importante cómo está construida y las diferentes capas que dibuja el texto que el propio conflicto central. También habla del deseo, del amor, de la renuncia, de la muerte, de una explosión terrorista que estuvo a punto de producirse. Habla de la posibilidad del fin.

“Mi experiencia con la dramaturgia surgió de forma natural en mi trayectoria, como una extensión de mi trabajo como actor y director. Mi formación estuvo vinculada a la creación de escenas mediante la técnica de la improvisación y la creación colectiva, que en la práctica exige del actor su cuota de autoría, tanto en la dramaturgia como en la concepción de la escena. Así, mi dramaturgia está naturalmente atravesada por mi mirada de actor y director. Cuando escribo, intento sentir si una determinada palabra, o frase, quedará bien en boca del actor, si tiene un buen ritmo o no. Digo el texto en voz alta para experimentar si, como actor, me gustaría decir la frase de esa manera, y así sucesivamente.” (Fernando Kike Barbosa)

Paralelamente a las experimentaciones con la Compañía Stravaganza, Fernando Kike Barbosa también actúa, dirige y escribe en asociación con otras compañías y colaboradores. Aquí ponemos en relieve las obras Circo de horrores e maravilhas –Circo de los horrores y las maravillas– y Zona Paraíso, ambas escritas con Vera Parenza, en 2012. Circo de horrores e maravilhas –Circo de los horrores y las maravillas– fue escenificada por el grupo Oigalê de teatro de calle, llevando el tema de las diferencias y la exclusión a través de figuras recurrentes en los circos de los horrores. Zona Paraíso fue producida y representada por el grupo Povo da Rua, haciendo una lectura irreverente sobre la creación del mundo al mezclar, con humor, personajes bíblicos, como Dios, Adán, Eva y la Serpiente, con figuras como Lilith, que podría haber sido la primera esposa de Adán. La obra mezcla canciones con ágiles diálogos y textos hablados por personajes cuentacuentos, que se dirigen directamente al espectador, además de la figura del coro, atestiguando el carácter musical y versátil que propone el texto.

También escribió la obra musical Pompeu Homero: a saga de um homem comum –Pompeu Homero: la saga de un hombre común– (2015), puesta en escena por Mosaico Cultural y Banda Capitão Rodrigo, con dirección de Liane Venturella. La obra transita entre la música y el teatro, llegando al espectador en forma de ópera-rock sobre Pompeu Homero, un asesino que asume la máscara de justiciero social. Ese mismo año escribió y dirigió A mulher do atirador de facas –La mujer del lanzador de cuchillos–, puesta en escena por el grupo Famili'arte, en la que se rinde un homenaje a esta profesión que genera miedo, curiosidad y superación, asociando el riesgo de este acto circense a nuestros pequeños, grandes y cotidianos riesgos. 

Como dramaturgo, también ha adaptado algunas obras narrativas para el teatro. Es el caso de Homem Mãe –Hombre Madre–, basada en la novela El hijo de mil hombres, de Valter Hugo Mãe, puesta en escena por Barbosa en 2016. La obra aborda temas ya presentes en la obra original, enfatizando el posicionamiento político del dramaturgo al traer temas como los prejuicios, el fanatismo religioso, la intolerancia y el machismo, mezclados en una historia en la que el amor y el afecto siguen teniendo cabida. Es autor y director del monólogo O sertão em mim –El páramo en mí– (2017), realizado a partir de fragmentos de la obra Gran Sertón: Veredas, de Guimarães Rosa, que plantea cuestiones sobre la relación del hombre con el mundo, utilizando la metáfora de los demonios que asolan las tierras del fondo para hablar de los demonios que existen en cada uno de nosotros. En 2021, tradujo y adaptó los relatos “Girl and My Mother”, de Jamaica Kincaid, para el formato de teatro virtual, construyendo con la compañía Stravaganza la obra 9 Saias –9 faldas–, bajo su dirección. En esta obra, el colectivo se aleja de los cuentos de Kincaid para revisitar sus propias historias y recuerdos, construyendo una obra que reúne elementos autobiográficos del reparto para reflexionar sobre nuestra sociedad, apuntando a temas como la homofobia, la misoginia y el racismo. 

“La dramaturgia también surgió como una necesidad de encontrar mi propia voz, de decir cosas que me interesan y me afectan. En este sentido, puedo decir que mi relación con el teatro siempre ha estado vinculada a la idea de la acción política, del arte como posibilidad de interferencia y transformación social. Así, escribo tratando de equilibrar la política y la poesía, entendiendo ambas como dos caras de la misma moneda.” (Fernando Kike Barbosa)

La obra de Fernando Kike Barbosa está impregnada de la mirada de un teatrista inquieto, que se mueve entre diferentes funciones de la creación teatral. Sus obras hacen hincapié en temas políticos, sociales y poéticos, desafiándose continuamente a sí mismo a nuevas posibilidades de escritura y actuación. 

(Camila Bauer)



Fernando Kike Barbosa es dramaturgo, actor y director de teatro.

Fernando Kike Barbosa es actor, director y profesor de teatro y dramaturgo, licenciado en Literatura (Traducción Inglés/Portugués) en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y actualmente cursando una maestría en Estudios Literarios en la misma universidad. Comenzó su carrera artística en 1989, con el grupo de teatro Ói Nóis Aqui Traveiz, como actor, director y productor, además de desarrollar talleres. Con el grupo, creó obras tanto para la calle como para espacios cerrados, manifestando continuamente un compromiso político en sus creaciones. Entre sus trabajos destacan Antígona: Ritos de Paixão e Morte –Antígona: Ritos de pasión y muerte– (1990), Se não tem pão, comam bolo –Si no hay pan, comed tarta– (1993) y Dr. Fausto (1994), por la que recibió el Premio Açorianos al mejor actor de reparto en el mismo año. 

En 1997, comenzó a trabajar con la Compañía Stravaganza, de Adriane Mottola, con la que sigue trabajando como director, actor y dramaturgo. Junto a este colectivo comenzó a escribir obras de teatro y recibió su mayor reconocimiento como dramaturgo, como fue el caso de la obra Pequenas violências silenciosas e cotidianas –Pequeñas violencias silenciosas y cotidianas–, estrenada en 2013, con su dirección. El texto recibió el Premio Ivo Bender de Dramaturgia en 2011, así como el Premio Braskem a la Mejor Obra de Teatro en la 21ª edición de Porto Alegre em Cena, y el Premio Açorianos a la Mejor Dramaturgia, ambos en 2014. 

La obra retrata un accidente con fuga contado desde diferentes puntos de vista. El accidente, en el que estuvo implicado un autobús y que no tuvo víctimas mortales, sirve como punto de partida para hablar de los pequeños grandes prejuicios cotidianos, señalando las violencias diarias. Habla de la desigualdad social, el desempleo, la desesperanza, el racismo, la homofobia, la gordofobia y el machismo, denunciando la hipocresía y los prejuicios que rigen las relaciones humanas. La obra, que circuló por Brasil con el Festival Palco Giratorio en 2016, se construye a través de personajes “de paso”, que operan como voces fragmentadas y enunciadoras del discurso que se va construyendo en el cruce de esas piezas sueltas, de esos personajes destrozados. Hay una fábula, pero es más importante cómo está construida y las diferentes capas que dibuja el texto que el propio conflicto central. También habla del deseo, del amor, de la renuncia, de la muerte, de una explosión terrorista que estuvo a punto de producirse. Habla de la posibilidad del fin.

“Mi experiencia con la dramaturgia surgió de forma natural en mi trayectoria, como una extensión de mi trabajo como actor y director. Mi formación estuvo vinculada a la creación de escenas mediante la técnica de la improvisación y la creación colectiva, que en la práctica exige del actor su cuota de autoría, tanto en la dramaturgia como en la concepción de la escena. Así, mi dramaturgia está naturalmente atravesada por mi mirada de actor y director. Cuando escribo, intento sentir si una determinada palabra, o frase, quedará bien en boca del actor, si tiene un buen ritmo o no. Digo el texto en voz alta para experimentar si, como actor, me gustaría decir la frase de esa manera, y así sucesivamente.” (Fernando Kike Barbosa)

Paralelamente a las experimentaciones con la Compañía Stravaganza, Fernando Kike Barbosa también actúa, dirige y escribe en asociación con otras compañías y colaboradores. Aquí ponemos en relieve las obras Circo de horrores e maravilhas –Circo de los horrores y las maravillas– y Zona Paraíso, ambas escritas con Vera Parenza, en 2012. Circo de horrores e maravilhas –Circo de los horrores y las maravillas– fue escenificada por el grupo Oigalê de teatro de calle, llevando el tema de las diferencias y la exclusión a través de figuras recurrentes en los circos de los horrores. Zona Paraíso fue producida y representada por el grupo Povo da Rua, haciendo una lectura irreverente sobre la creación del mundo al mezclar, con humor, personajes bíblicos, como Dios, Adán, Eva y la Serpiente, con figuras como Lilith, que podría haber sido la primera esposa de Adán. La obra mezcla canciones con ágiles diálogos y textos hablados por personajes cuentacuentos, que se dirigen directamente al espectador, además de la figura del coro, atestiguando el carácter musical y versátil que propone el texto.

También escribió la obra musical Pompeu Homero: a saga de um homem comum –Pompeu Homero: la saga de un hombre común– (2015), puesta en escena por Mosaico Cultural y Banda Capitão Rodrigo, con dirección de Liane Venturella. La obra transita entre la música y el teatro, llegando al espectador en forma de ópera-rock sobre Pompeu Homero, un asesino que asume la máscara de justiciero social. Ese mismo año escribió y dirigió A mulher do atirador de facas –La mujer del lanzador de cuchillos–, puesta en escena por el grupo Famili'arte, en la que se rinde un homenaje a esta profesión que genera miedo, curiosidad y superación, asociando el riesgo de este acto circense a nuestros pequeños, grandes y cotidianos riesgos. 

Como dramaturgo, también ha adaptado algunas obras narrativas para el teatro. Es el caso de Homem Mãe –Hombre Madre–, basada en la novela El hijo de mil hombres, de Valter Hugo Mãe, puesta en escena por Barbosa en 2016. La obra aborda temas ya presentes en la obra original, enfatizando el posicionamiento político del dramaturgo al traer temas como los prejuicios, el fanatismo religioso, la intolerancia y el machismo, mezclados en una historia en la que el amor y el afecto siguen teniendo cabida. Es autor y director del monólogo O sertão em mim –El páramo en mí– (2017), realizado a partir de fragmentos de la obra Gran Sertón: Veredas, de Guimarães Rosa, que plantea cuestiones sobre la relación del hombre con el mundo, utilizando la metáfora de los demonios que asolan las tierras del fondo para hablar de los demonios que existen en cada uno de nosotros. En 2021, tradujo y adaptó los relatos “Girl and My Mother”, de Jamaica Kincaid, para el formato de teatro virtual, construyendo con la compañía Stravaganza la obra 9 Saias –9 faldas–, bajo su dirección. En esta obra, el colectivo se aleja de los cuentos de Kincaid para revisitar sus propias historias y recuerdos, construyendo una obra que reúne elementos autobiográficos del reparto para reflexionar sobre nuestra sociedad, apuntando a temas como la homofobia, la misoginia y el racismo. 

“La dramaturgia también surgió como una necesidad de encontrar mi propia voz, de decir cosas que me interesan y me afectan. En este sentido, puedo decir que mi relación con el teatro siempre ha estado vinculada a la idea de la acción política, del arte como posibilidad de interferencia y transformación social. Así, escribo tratando de equilibrar la política y la poesía, entendiendo ambas como dos caras de la misma moneda.” (Fernando Kike Barbosa)

La obra de Fernando Kike Barbosa está impregnada de la mirada de un teatrista inquieto, que se mueve entre diferentes funciones de la creación teatral. Sus obras hacen hincapié en temas políticos, sociales y poéticos, desafiándose continuamente a sí mismo a nuevas posibilidades de escritura y actuación. 

(Camila Bauer)



ÉL

Ahora.

Me meto la mano en el bolsillo

Cojo la granada y de repente...

SONIDO DE BOCINA. FRENADA BRUSCA. LOS PASAJEROS GRITAN A CORO. Soy lanzado hacia delante. Caigo sobre una montaña de cuerpos. El pánico se instala. Me tiran, me empujan, me rascan, me patean. La granada sale de mi bolsillo y va dando vueltas hacia el suelo bajo un asiento. Intento librarme de tantos brazos y piernas. Me arrastro bajo el asiento y estiro el brazo para intentar alcanzarla, pero un pie me aplasta la mano derecha. La granada se mueve hacia fuera de mi campo de visión. Intento levantarme, pero me vuelven a derribar.

–¡No empujen que todos vamos a bajar en esta parada! 

Entonces se abren las puertas y la gente empieza a bajar. Por fin consigo ponerme en pie y la multitud me empuja y me saca por la puerta. Intento volver a subir al autobús, pero la policía ya está haciendo su trabajo y me interceptan.

No puedo insistir. Arriesgarme a punto de que me descubran antes de tirar de la anilla.

Y ahora ya se ha montado otro circo.

Es mejor posponerlo.

Detrás de las cabezas que forman el círculo de curiosos puedo ver a la persona atropellada.

Caído, con la mitad de su cuerpo en la calle y la otra mitad en la acera. Un charco de sangre alrededor de su cabeza.

¡Parece muerto!

Una buena escena de película, aunque bastante melancólica

Otra simple muerte accidental

Sin propósito

Un capricho del azar

Una pequeña violencia

Como tantas otras

Cotidianas

Silenciosas

Nada comparado con el poder de aniquilación del que somos capaces

Inventamos la guerra para tener dignidad en la muerte

Grandeza en la muerte

Para sentirnos con el poder de Dios (de algún Dios) sobre la vida y la muerte

Y para la guerra necesitamos enemigos.

De ese otro que no es nuestro igual

Alimento para nuestro odio

La válvula a través de la cual crece y se dirige nuestra violencia


PASANTE 3

Las enfermeras parecen haber salido de una cámara frigorífica.

¡Procedimiento estándar!

–¡Qué dolor siento!


ENFERMERA

Pero eso es muy normal. Pasa señor que usted fue atropellado por un autobús. Incluso podría haber muerto. Tuvo más suerte que prudencia. Hay que tener más cuidado al cruzar la carretera. Pero no te preocupa, ya está medicado. En un rato el medicamento hará efecto y usted dormirá.


PASANTE 3

Cierro los ojos y otra vez ya no estoy aquí.

Voy a cruzar la calle pero el semáforo se pone verde.

BOCINA. EL SONIDO DE UN CHOQUE SECO.

Salgo volando por los aires y me golpeo la cabeza contra el bordillo.

Corro a ver mi atropellamiento.

Recojo mi cuerpo del asfalto sujetando mi cabeza.

Contemplo mi cara y veo el rostro de una mujer muerta.

–¡LA MUJER DE LA ESQUINA! ¡FUE ATROPELLADA!

Alguien corrió hacia la casa de mi familia y advirtió.

Yo, un chico con pantalones cortos

Corro junto con otros vecinos y con la tía que me cuidó a mí toda la vida

En la esquina, el cuerpo de la mujer que todos en el barrio despreciaban

Y a quien tantas veces insultamos

La puta de la pobre casa de madera de la esquina.

Allí donde recibía a sus clientes.

Incitados por los comentarios airados y los desprecios de los vecinos, de las amas de casa temerosas por sus maridos,

otros niños del barrio y yo subimos al tejado de un edificio y desde ahí lanzamos piedras, a veces bolsas con orina, en el techo de la mujer libertina.

A veces vigilamos por la noche y cuando un hombre entra en la casa vamos allí.

Nos acercamos a la casa pie a pie, nos pegamos a las paredes y nos quedamos escuchando los gemidos de placer y disfrute. La risa suelta y sonora de la mujer pareció desafiar aún más al vecindario. Era una puta y era feliz.

Ahora está muerta frente a mí.

Nunca había visto su cara.

La imaginé de muchas maneras pero nunca así cubierta de sangre.

De repente, siento una gran tristeza, una lástima inexplicable.

–¡Tan indefensa, tan frágil!

El hombre que la atropelló se dio a la fuga y casualmente nadie anotó la matrícula.

Algunos dicen que fue un accidente, otros que fue la venganza de una mujer traicionada.

Lloro de vergüenza de mí mismo.

De nuestra cobardía, de nuestra falta de compasión.

Lloro porque no hay vuelta atrás.

Días después ya nadie habla de ello.

No tarda ni un mes y la vieja casa de madera es derribada,

se la borran de nuestra vista como una mota de suciedad que ha sido removida.

Y ahora en su lugar, en mi memoria, hay un terreno baldío donde crecen arbustos y malezas.


ÉL

Los policías nos hacen retroceder para la llegada de la ambulancia

No tengo nada más que hacer en este lugar

No sé dónde ir

Pero sigo caminando

Estoy por el centro de la ciudad

Dentro del enmarañado de edificios los coches la gente humo vallas publicitarias

Me veo hundiendo como en un mar embravecido

Y yo sólo soy otro cuerpo flotando sin rumbo

Como un pedazo de madera podrida, que queda de un naufragio

Sólo soy otra cara fea anónima, triste, cansada y enfadada

De pie esperando el autobús

Sentado en el parque jugando al ajedrez

Bebiendo aguardiente en algún antro

Extendiendo mi mano para pedir una moneda

Cantando, bailando, vendiendo CDs

Mirando por la ventana de la 15ª planta de un edificio

Encerrado en un piso solitario

Destilando mis penas

Rumiando mis frustraciones, mi odio

Esperando mi momento de rabia

Y mis “15 minutos de fama”

Soy el reflujo de este mundo en el que me ahogo

Vómito de anuncios y luces de la ciudad

Soy una herida abierta en nuestra carne común

Pero que ya no duele

Las noticias que llegan a la red

La preocupación en los aeropuertos

Soy la otra cara que no se ofrece y que será la portada del periódico de mañana

Y el papel que envolverá el pescado pasado mañana

Y el día después

Nada en absoluto

Olvidada

Perdida para siempre

Entre fragmentos de estrellas

Remolinos en el polvo del viento

(Fragmento de Pequenas violências silenciosas e cotidianas –Pequeñas violencias silenciosas y cotidianas–)