fabiano barros

Ji-Paraná - RO

Fragmento Teatral

Mujer –Menos mal que no le diste al cuchillo en la cara. Se enterró con su traje. Se guardó (...) de su bautizo. La gente dice que no es bueno bautizar a un niño cuando ya es mayor. Esa fue la última vez que se puso el traje. La primera vez fue en nuestra boda, la segunda en su bautizo y la tercera en su funeral. Lástima que ni siquiera has podido verle, se le veía muy bien, tenía la cara serena, incluso parecía que se reía, ni siquiera parecía estaba lleno de agujeros, lo enterraron enseguida. (silencio.) ¿Está buena la tarta? (el joven no contesta, la mujer saca un cuchillo de debajo del vestido.) Lo he traído para partir la tarta. Hice este vestido sólo para entrar aquí, cosí un bolsillo en el interior para ocultar el cuchillo, sabía que no buscarían entre mi ropa, cógela (le da el cuchillo al joven.)

Joven(el joven coge el cuchillo y mira fijamente a la mujer.) la tarta sabe bien. ¿Crees que me van a matar aquí mismo?

Mujer –No lo sé. Pero si no te matan aquí, te van a matar fuera, eso sí. Sólo había un angelito enterrado. ¿Y tu padre, hijo mío? El padre y la madre son sagrados.

Joven –Sólo quería ser perdonado (silencio.) No aquí en la tierra, allá con Dios. Parece que él siempre estaba durmiendo cuando yo estaba despierto. Le llamé tanto, le pedí tanto, como me enseñó mi abuela, ¿te acuerdas? ¿Las oraciones que me dijo que dijera cuando tuviera miedo? Pero no sirvió de nada, no sé, parece que a Dios no le importan los niños. No dejaba de pensar que sólo los grandes tienen un momento con Dios.

Mujer –Es un gran pecado. No digas eso, Dios es para todos, y ya estás todo equivocado y le debes una explicación con estas tonterías todas que estás diciendo.

Joven –En la primera comunión la maestra nos dijo que no existe el pecado grande o pequeño, dijo que un pecado es un pecado, robar una gallina es lo mismo que robar un huevo, dijo que Dios no cuenta los pecados por su tamaño, los cuenta por el número de veces que se cometen, ¿crees que es así?

Mujer –No lo sé.

Joven –También dijo que sólo hay que pensar en algo malo y ya es un pecado. Pensar es lo mismo que hacer.

Mujer –Estoy de acuerdo con eso. Por eso me paso todo el tiempo pensando en Dios, rezando.

Joven –Entonces, no creo que me perdone. Antes de matar a mi padre ya había pensado en hacerlo mil veces.

Mujer –Que Dios te perdone, porque yo no creo que pueda.

Joven –No te estoy pidiendo perdón. Porque cuando necesité ayuda de ti y de Dios, ninguno de los dos me escuchó. Igual ambos estaban ocupados el uno con el otro. Ya que dices que piensas en él todo el tiempo.

Mujer –Pide perdón a Dios, joven. Saca esta cosa mala de ti, este demonio.

Joven(comienza a reírse en voz baja.) Le pedí a Dios tanta ayuda, tanta ayuda, y todo lo que me regaló fue dolor. Entonces ya no sabía lo que era sentir nada.

Mujer –No digas eso, Él castiga.

Joven –¿Castiga? ¿Qué castigo merezco? (silencio.) ¿Tú me quieres?

Mujer(baja la cabeza.) Sí. No lo sé.

Joven –Y mi padre, ¿quieres a mi padre? (la mujer asiente con la cabeza.) ¿Le quieres más a él? ¿O yo?

Mujer (silencio.) El amor debe ser como un pecado, no hay amor grande o pequeño.

Joven –O lo quieres o no lo quieres, ¿verdad? Siempre le has querido. Sólo a él. Fui un estorbo, nunca te quisiste ni siquiera a ti misma.

Mujer(con la voz llorosa.) Y él sólo te amaba a ti.

Joven(sonríe suavemente.) ¿Qué crees que es el amor? ¿Es hacer daño? ¿Amor es provocar el miedo? ¿Qué significa el amor para ti?

Mujer –No sé, joven, creo que será mejor que me vaya. (levantándose.)

Joven(le coge la mano.) Me odias demasiado.

Mujer –¿Quién? ¿Yo qué? ¿Quién soy yo en este mundo para odiar a alguien? Yo sólo... (desorientada.) Estoy... (silencio.) Suéltame. (tira de su mano, coge el plato de tarta, la botella de agua y el cuchillo, le da la espalda al joven.)

Joven –Su bendición. Bendíceme sólo una vez.

Mujer (conteniendo una furia.) Te odio, muchacho. (silencio.) Desde que saliste de mis entrañas, te he odiado desde que te caíste a este mundo y me robaste el amor que era mío. Rezaba todas las noches al pie del santo para llevarte, “este muchacho mujer del demonio”. Ahora, después de lo que has hecho, rezo para que sigas vivo. Rezo para que te arranquen pedazo a pedazo. Nunca tuve un marido. Nunca tuve paz después de que nacieras. Parece que tu calor fue mejor que el mío. Ahora nada más importa, él está muerto, yo he perdido, tú has perdido. Lo único que puedo hacer es ver cómo te pudres. ¡La muerte no es suficiente! No contento con quitarme a tu padre en vida, ahora dame el regalo del duelo. Me voy a casa a rezar por tu carroño, que Dios te castigue. (la mujer le da la espalda al joven.) Estoy maldecida, he parido carne podrida, hijo de Satanás. Espero que tu castigo sea al menos la mitad de lo que deseo para ti.

Joven (se levanta.) Sólo tengo un ojo. (se quita la camisa.) Tengo una quemadura y una herida en el lugar de la piel, ya no tengo ni una uña. (se quita la ropa.) ¿Lo ves? (muestra la región de su pene que está mutilada.) ¿Sabes por qué él se lo ha sacado? No lo sabes, ¿verdad? ¿Qué más castigo puedes pedirme? Si quieres rogarme más, entonces ruégame dos veces por su amor y tu amor juntos, entonces no necesitarás ningún castigo de Dios, fue este amor que dices que robé el que me hizo esto, y a ti?

Mujer –¿Quieres que me compadezca de ti? ¿Quieres que envuelva en mi regazo? ¿Qué te acaricie? Has seguido tu propio camino. No puedes abrir la boca para hablar de amor. Un demonio como tú ni siquiera merece morir. No sé cómo Dios permite que gente así nazca y viva en el mundo. Quien tiene el valor de matar a un ángel y matar a un padre tiene el valor de hacer cualquier cosa. Me gustaría no haber visto cuando desenterraron a todos esos niños, sólo huesos. Más de veinte. Ahora tengo que dejar el pueblo. Es demasiada miseria para mí solo. Ojalá Dios me hubiera dejado ciega para no haber visto todo esto. Ni siquiera era para haberme dado la vida.

Joven –¿Ciega, sorda o lo que sea? Así es como siempre te vi a ti. Grité delante de ti. Pedí ayuda todo el tiempo. Tantas veces, y nunca me escuchaste. Hacía una semana que se había marchado a la ciudad del otro lado del río, y el día que volvió, aún era de mañana, no pude dormir en toda la noche con la cabeza alterada. Cuando salió el sol, corrí justo debajo del culo de la vaca, esperando que mi armadura cayera sobre mi cara y se extendiera por todo mi cuerpo. La señora no tiene ni idea de cuánto tiempo ha tardado. Esperé y esperé hasta que sentí el calor sobre mí. Allí pensé que estaría escondido para siempre, me quedé allí, quieto, pensando que era invisible, muy quieto, y fue entonces cuando llegó él. Ni siquiera has visto. Me arrastró por el brazo, como un caimán que atrapa a un ternerito, y me arrastró como un saco de harina por el suelo. Cogió una pastilla de jabón que estaba en la ventana y al borde del río me bañó de aquí a aquí, (señalando de la cintura para abajo.) Aquel día la espuma del jabón incluso disminuyó mi dolor. Pero no sé exactamente, mi cabeza se hundió en el barro. Luego terminó sus cosas sobre mí y entró en la casa, yo me quedé allí, todo sucio por dentro y por fuera.

Mujer –Es fácil hablar de alguien que está muerto. Me gustaría ver si estuviera aquí frente a ti, si tuvieras el valor de decir estas cosas.

Joven –Cuando me desperté, estaba en el regazo de mi abuela, todo enjabonado. Me gustaba bañarme en el río con ella, entraba con vestido y todo. (riéndose.) Luego, en el fondo se quitaba las bragas (riéndose feliz, recordando.), los pantalones para frotarlos con jabón. Ni siquiera me dejó verlo, dijo que era cosa de mujeres. Pero un día mi mano apestaba tanto que me dejó frotar sus bragas para deshacerme del mal olor. Me froté y froté un montón de veces en la mano, y luego me lo pasé por todo el cuerpo. Me he quedado completamente blanco como un fantasma (riéndose.) y cada vez que era así, hasta parecía que ella adivinaba que yo necesitaba limpiarme. A veces ni siquiera era mierda de vaca, era otra cosa. Un abrazo suyo era el mejor baño que existía. Un día me sorprendió llorando a la orilla del arroyo, me dio un olorcito en la cabeza y me dijo que cuando quieras llorar, sumérgete en el río y las aguas se llevarán tus lágrimas. ¿Quieres irte ahora o qué?

Mujer –No, no quiero. ¿Todavía quieres un poco de tarta o qué?

Joven –¡Sí! (el joven coge la botella y bebe agua. la mujer mira fijamente al niño en silencio.)

Mujer –A veces me lo pregunto. Esta vida es muy divertida, muy loca. Parece que todo está al revés. Dôra. (silencio.) Cuando Dôra nació, ya tenía los ojos abiertos. Cuando la tuve por primera vez en mis brazos parecía que quería decir algo, no sé. Estaba muy enfadada con esa niña fea y lisiada. Hasta hoy sólo sirve para trabajar, es un estorbo, parece que todas las maldiciones de Dios cayeron sobre mí, luego vino Neco...

Joven –Fue mejor así. (silencio.) Para Neco, y para la señora también.


(Fragmento de Memória da alma –Memoria del alma–)


Fabiano Barros es dramaturgo y director de teatro. También es el director de la Compañía de Artes Fiasco.

escucha la entrevista:

Apresentação Critica

Escribir para el teatro es un reto. Los diálogos de los personajes operan en torno a mil posibilidades. Sentimientos, hechos, contradicciones, ¿cómo gestionar todo esto en medio de la creación de un texto dramatúrgico? Un texto que nace como un esqueleto que hay que rellenar y ponerle alma, es decir, que sólo cobrará vida, sentido y visibilidad si se pone en escena. Ser acción es la mayor razón para crear dramaturgias.

Podríamos, así, sintetizar algo de la inquietud que mueve al dramaturgo Fabiano Barros a la hora de producir sus textos para el teatro. Gestor cultural, arte-educador, director de teatro, guionista, licenciado en Filología y Literatura, este artista y hombre de cultura del estado de Rondônia ha escrito y dirigido varias obras que ya se han visto en teatros de Río de Janeiro, São Paulo, Acre, Manaus, Paraíba, Recife y Rondônia.

Actuante e inquieto, Fabiano Barros se destaca en la escena artística del norte del país; nacido en Pernambuco, pero residente desde hace 20 años en Rondônia, fundó en 2001, junto con el director y artista de danza Francis Madson, la Compañía de Teatro Fiasco, que se dedica a la investigación teatral a partir de las más diversas experimentaciones.

Siempre abordando temas contemporáneos, puestos en escena por su compañía de teatro, Fabiano Barros es un riguroso investigador del comportamiento humano y de las tramas escénicas. Teje historias que, en la ligereza o en la densidad de su tejido, exigen la misma profundidad a sus intérpretes, porque, para el dramaturgo, el actor es “el lugar mismo donde se produce el fenómeno teatral”. Así, desde el placer de la risa hasta el lugar sombrío que provoca el dolor, el público debe ser llevado a una inmersión profunda, involucrado por quienes dan vida a los conflictos que se ven en el escenario.

Centrado en las historias que escucha, a partir de las realidades que le rodean, Fabiano Barros ha escrito textos de temática adulta e infantil como: O dragão de Macaparana –El dragón de Macaparana–; O segredo da patroa –El secreto del ama–; Já passam das oito –Son las ocho pasadas–; Memória da carne –Memoria de la carne–; Memória da alma –Memoria del alma–; Biu; A ópera do beradeiro –La ópera del beradeiro–; As nove luas –Las nueve lunas–; Onde morrem os pássaros –Donde los pájaros mueren–; y Ave de arribação –Ave de ascensión– [nota de traducción: “Macaparana” es una ciudad brasileña del estado de Pernambuco. “Beradeiro” es la persona que vive junto al río o que se siente orgullosa de ser de la ciudad de Porto Velho, capital del estado de Rondônia. Antiguamente, se utilizaba para una persona cursi, de mal gusto]. 

Destacando por su actuación como creador y gestor cultural, fue invitado a participar en varias curadurías de proyectos nacionales como: Palco Giratorio, Premio Myriam Muniz, Jóvenes Dramaturgos, entre otros. También fue contemplado varias veces en concursos nacionales, acumulando premios y reconocimientos del público y la crítica. En la actualidad, investiga las leyendas amazónicas, a las que arroja una mirada humanizada, recreándolas en su dramaturgia.

Artista polifacético, Fabiano Barros también ha colaborado en la creación de espectáculos de danza; ha hecho leer textos en un proyecto de lectura dramatizada organizado por el Servicio Social del Comercio (SESC) de Porto Velho; y creó en 2020, en plena pandemia, el programa Conexión Rondônia, que consistía en una serie de transmisiones a través de Internet, con artistas de Rondônia que contaban sus trayectorias artísticas en la cultura local, dando cabida también, en el programa, a la recogida de alimentos para ser distribuidos a instituciones sociales.

Siempre atento a las cuestiones sociales, este autor, en una de sus obras más logradas, aborda el tema de la pedofilia. La obra Memória da alma –Memoria del alma– está ambientada en la celda de una cárcel, donde madre e hijo tienen un ajuste de cuentas. A lo largo de la trama, se recuerdan historias y, en cada acto, los personajes bordan una red de omisión, crueldad y abuso sexual que el niño sufrió durante años por parte de su propio padre. 

Joven –Sólo quería ser perdonado (silencio.) No aquí en la tierra, allá con Dios. Parece que él siempre estaba durmiendo cuando yo estaba despierto. Le llamé tanto, le pedí tanto, como me enseñó mi abuela, ¿te acuerdas? ¿Las oraciones que me dijo que dijera cuando tuviera miedo? Pero no sirvió de nada, no sé, parece que a Dios no le importan los niños. No dejaba de pensar que sólo los grandes tienen un momento con Dios”.

Memória da alma –Memoria del alma– es una invitación a recorrer la construcción de la memoria, en medio del dolor, el aislamiento, las formas de amor que adoptan los personajes, una trama con una carga dramática “incómoda”, que toca temas controvertidos, como el abuso infantil. Junto con otros tres textos, esta obra forma parte de una serie de dramaturgias, fruto de la investigación del dramaturgo.

Así, inquietante como sus creaciones para el teatro, la trayectoria de Fabiano Barros traza un recorrido singular, esbozando un artista que investiga la vida y la escena, con una poética cortante, que atraviesa, por su ligereza o densidad, a quienes asisten a sus dramaturgias puestas en escena.

(Bene Martins y Mailson Soares)


Fabiano Barros es dramaturgo y director de teatro. También es el director de la Compañía de Artes Fiasco.

Escribir para el teatro es un reto. Los diálogos de los personajes operan en torno a mil posibilidades. Sentimientos, hechos, contradicciones, ¿cómo gestionar todo esto en medio de la creación de un texto dramatúrgico? Un texto que nace como un esqueleto que hay que rellenar y ponerle alma, es decir, que sólo cobrará vida, sentido y visibilidad si se pone en escena. Ser acción es la mayor razón para crear dramaturgias.

Podríamos, así, sintetizar algo de la inquietud que mueve al dramaturgo Fabiano Barros a la hora de producir sus textos para el teatro. Gestor cultural, arte-educador, director de teatro, guionista, licenciado en Filología y Literatura, este artista y hombre de cultura del estado de Rondônia ha escrito y dirigido varias obras que ya se han visto en teatros de Río de Janeiro, São Paulo, Acre, Manaus, Paraíba, Recife y Rondônia.

Actuante e inquieto, Fabiano Barros se destaca en la escena artística del norte del país; nacido en Pernambuco, pero residente desde hace 20 años en Rondônia, fundó en 2001, junto con el director y artista de danza Francis Madson, la Compañía de Teatro Fiasco, que se dedica a la investigación teatral a partir de las más diversas experimentaciones.

Siempre abordando temas contemporáneos, puestos en escena por su compañía de teatro, Fabiano Barros es un riguroso investigador del comportamiento humano y de las tramas escénicas. Teje historias que, en la ligereza o en la densidad de su tejido, exigen la misma profundidad a sus intérpretes, porque, para el dramaturgo, el actor es “el lugar mismo donde se produce el fenómeno teatral”. Así, desde el placer de la risa hasta el lugar sombrío que provoca el dolor, el público debe ser llevado a una inmersión profunda, involucrado por quienes dan vida a los conflictos que se ven en el escenario.

Centrado en las historias que escucha, a partir de las realidades que le rodean, Fabiano Barros ha escrito textos de temática adulta e infantil como: O dragão de Macaparana –El dragón de Macaparana–; O segredo da patroa –El secreto del ama–; Já passam das oito –Son las ocho pasadas–; Memória da carne –Memoria de la carne–; Memória da alma –Memoria del alma–; Biu; A ópera do beradeiro –La ópera del beradeiro–; As nove luas –Las nueve lunas–; Onde morrem os pássaros –Donde los pájaros mueren–; y Ave de arribação –Ave de ascensión– [nota de traducción: “Macaparana” es una ciudad brasileña del estado de Pernambuco. “Beradeiro” es la persona que vive junto al río o que se siente orgullosa de ser de la ciudad de Porto Velho, capital del estado de Rondônia. Antiguamente, se utilizaba para una persona cursi, de mal gusto]. 

Destacando por su actuación como creador y gestor cultural, fue invitado a participar en varias curadurías de proyectos nacionales como: Palco Giratorio, Premio Myriam Muniz, Jóvenes Dramaturgos, entre otros. También fue contemplado varias veces en concursos nacionales, acumulando premios y reconocimientos del público y la crítica. En la actualidad, investiga las leyendas amazónicas, a las que arroja una mirada humanizada, recreándolas en su dramaturgia.

Artista polifacético, Fabiano Barros también ha colaborado en la creación de espectáculos de danza; ha hecho leer textos en un proyecto de lectura dramatizada organizado por el Servicio Social del Comercio (SESC) de Porto Velho; y creó en 2020, en plena pandemia, el programa Conexión Rondônia, que consistía en una serie de transmisiones a través de Internet, con artistas de Rondônia que contaban sus trayectorias artísticas en la cultura local, dando cabida también, en el programa, a la recogida de alimentos para ser distribuidos a instituciones sociales.

Siempre atento a las cuestiones sociales, este autor, en una de sus obras más logradas, aborda el tema de la pedofilia. La obra Memória da alma –Memoria del alma– está ambientada en la celda de una cárcel, donde madre e hijo tienen un ajuste de cuentas. A lo largo de la trama, se recuerdan historias y, en cada acto, los personajes bordan una red de omisión, crueldad y abuso sexual que el niño sufrió durante años por parte de su propio padre. 

Joven –Sólo quería ser perdonado (silencio.) No aquí en la tierra, allá con Dios. Parece que él siempre estaba durmiendo cuando yo estaba despierto. Le llamé tanto, le pedí tanto, como me enseñó mi abuela, ¿te acuerdas? ¿Las oraciones que me dijo que dijera cuando tuviera miedo? Pero no sirvió de nada, no sé, parece que a Dios no le importan los niños. No dejaba de pensar que sólo los grandes tienen un momento con Dios”.

Memória da alma –Memoria del alma– es una invitación a recorrer la construcción de la memoria, en medio del dolor, el aislamiento, las formas de amor que adoptan los personajes, una trama con una carga dramática “incómoda”, que toca temas controvertidos, como el abuso infantil. Junto con otros tres textos, esta obra forma parte de una serie de dramaturgias, fruto de la investigación del dramaturgo.

Así, inquietante como sus creaciones para el teatro, la trayectoria de Fabiano Barros traza un recorrido singular, esbozando un artista que investiga la vida y la escena, con una poética cortante, que atraviesa, por su ligereza o densidad, a quienes asisten a sus dramaturgias puestas en escena.

(Bene Martins y Mailson Soares)


Mujer –Menos mal que no le diste al cuchillo en la cara. Se enterró con su traje. Se guardó (...) de su bautizo. La gente dice que no es bueno bautizar a un niño cuando ya es mayor. Esa fue la última vez que se puso el traje. La primera vez fue en nuestra boda, la segunda en su bautizo y la tercera en su funeral. Lástima que ni siquiera has podido verle, se le veía muy bien, tenía la cara serena, incluso parecía que se reía, ni siquiera parecía estaba lleno de agujeros, lo enterraron enseguida. (silencio.) ¿Está buena la tarta? (el joven no contesta, la mujer saca un cuchillo de debajo del vestido.) Lo he traído para partir la tarta. Hice este vestido sólo para entrar aquí, cosí un bolsillo en el interior para ocultar el cuchillo, sabía que no buscarían entre mi ropa, cógela (le da el cuchillo al joven.)

Joven(el joven coge el cuchillo y mira fijamente a la mujer.) la tarta sabe bien. ¿Crees que me van a matar aquí mismo?

Mujer –No lo sé. Pero si no te matan aquí, te van a matar fuera, eso sí. Sólo había un angelito enterrado. ¿Y tu padre, hijo mío? El padre y la madre son sagrados.

Joven –Sólo quería ser perdonado (silencio.) No aquí en la tierra, allá con Dios. Parece que él siempre estaba durmiendo cuando yo estaba despierto. Le llamé tanto, le pedí tanto, como me enseñó mi abuela, ¿te acuerdas? ¿Las oraciones que me dijo que dijera cuando tuviera miedo? Pero no sirvió de nada, no sé, parece que a Dios no le importan los niños. No dejaba de pensar que sólo los grandes tienen un momento con Dios.

Mujer –Es un gran pecado. No digas eso, Dios es para todos, y ya estás todo equivocado y le debes una explicación con estas tonterías todas que estás diciendo.

Joven –En la primera comunión la maestra nos dijo que no existe el pecado grande o pequeño, dijo que un pecado es un pecado, robar una gallina es lo mismo que robar un huevo, dijo que Dios no cuenta los pecados por su tamaño, los cuenta por el número de veces que se cometen, ¿crees que es así?

Mujer –No lo sé.

Joven –También dijo que sólo hay que pensar en algo malo y ya es un pecado. Pensar es lo mismo que hacer.

Mujer –Estoy de acuerdo con eso. Por eso me paso todo el tiempo pensando en Dios, rezando.

Joven –Entonces, no creo que me perdone. Antes de matar a mi padre ya había pensado en hacerlo mil veces.

Mujer –Que Dios te perdone, porque yo no creo que pueda.

Joven –No te estoy pidiendo perdón. Porque cuando necesité ayuda de ti y de Dios, ninguno de los dos me escuchó. Igual ambos estaban ocupados el uno con el otro. Ya que dices que piensas en él todo el tiempo.

Mujer –Pide perdón a Dios, joven. Saca esta cosa mala de ti, este demonio.

Joven(comienza a reírse en voz baja.) Le pedí a Dios tanta ayuda, tanta ayuda, y todo lo que me regaló fue dolor. Entonces ya no sabía lo que era sentir nada.

Mujer –No digas eso, Él castiga.

Joven –¿Castiga? ¿Qué castigo merezco? (silencio.) ¿Tú me quieres?

Mujer(baja la cabeza.) Sí. No lo sé.

Joven –Y mi padre, ¿quieres a mi padre? (la mujer asiente con la cabeza.) ¿Le quieres más a él? ¿O yo?

Mujer (silencio.) El amor debe ser como un pecado, no hay amor grande o pequeño.

Joven –O lo quieres o no lo quieres, ¿verdad? Siempre le has querido. Sólo a él. Fui un estorbo, nunca te quisiste ni siquiera a ti misma.

Mujer(con la voz llorosa.) Y él sólo te amaba a ti.

Joven(sonríe suavemente.) ¿Qué crees que es el amor? ¿Es hacer daño? ¿Amor es provocar el miedo? ¿Qué significa el amor para ti?

Mujer –No sé, joven, creo que será mejor que me vaya. (levantándose.)

Joven(le coge la mano.) Me odias demasiado.

Mujer –¿Quién? ¿Yo qué? ¿Quién soy yo en este mundo para odiar a alguien? Yo sólo... (desorientada.) Estoy... (silencio.) Suéltame. (tira de su mano, coge el plato de tarta, la botella de agua y el cuchillo, le da la espalda al joven.)

Joven –Su bendición. Bendíceme sólo una vez.

Mujer (conteniendo una furia.) Te odio, muchacho. (silencio.) Desde que saliste de mis entrañas, te he odiado desde que te caíste a este mundo y me robaste el amor que era mío. Rezaba todas las noches al pie del santo para llevarte, “este muchacho mujer del demonio”. Ahora, después de lo que has hecho, rezo para que sigas vivo. Rezo para que te arranquen pedazo a pedazo. Nunca tuve un marido. Nunca tuve paz después de que nacieras. Parece que tu calor fue mejor que el mío. Ahora nada más importa, él está muerto, yo he perdido, tú has perdido. Lo único que puedo hacer es ver cómo te pudres. ¡La muerte no es suficiente! No contento con quitarme a tu padre en vida, ahora dame el regalo del duelo. Me voy a casa a rezar por tu carroño, que Dios te castigue. (la mujer le da la espalda al joven.) Estoy maldecida, he parido carne podrida, hijo de Satanás. Espero que tu castigo sea al menos la mitad de lo que deseo para ti.

Joven (se levanta.) Sólo tengo un ojo. (se quita la camisa.) Tengo una quemadura y una herida en el lugar de la piel, ya no tengo ni una uña. (se quita la ropa.) ¿Lo ves? (muestra la región de su pene que está mutilada.) ¿Sabes por qué él se lo ha sacado? No lo sabes, ¿verdad? ¿Qué más castigo puedes pedirme? Si quieres rogarme más, entonces ruégame dos veces por su amor y tu amor juntos, entonces no necesitarás ningún castigo de Dios, fue este amor que dices que robé el que me hizo esto, y a ti?

Mujer –¿Quieres que me compadezca de ti? ¿Quieres que envuelva en mi regazo? ¿Qué te acaricie? Has seguido tu propio camino. No puedes abrir la boca para hablar de amor. Un demonio como tú ni siquiera merece morir. No sé cómo Dios permite que gente así nazca y viva en el mundo. Quien tiene el valor de matar a un ángel y matar a un padre tiene el valor de hacer cualquier cosa. Me gustaría no haber visto cuando desenterraron a todos esos niños, sólo huesos. Más de veinte. Ahora tengo que dejar el pueblo. Es demasiada miseria para mí solo. Ojalá Dios me hubiera dejado ciega para no haber visto todo esto. Ni siquiera era para haberme dado la vida.

Joven –¿Ciega, sorda o lo que sea? Así es como siempre te vi a ti. Grité delante de ti. Pedí ayuda todo el tiempo. Tantas veces, y nunca me escuchaste. Hacía una semana que se había marchado a la ciudad del otro lado del río, y el día que volvió, aún era de mañana, no pude dormir en toda la noche con la cabeza alterada. Cuando salió el sol, corrí justo debajo del culo de la vaca, esperando que mi armadura cayera sobre mi cara y se extendiera por todo mi cuerpo. La señora no tiene ni idea de cuánto tiempo ha tardado. Esperé y esperé hasta que sentí el calor sobre mí. Allí pensé que estaría escondido para siempre, me quedé allí, quieto, pensando que era invisible, muy quieto, y fue entonces cuando llegó él. Ni siquiera has visto. Me arrastró por el brazo, como un caimán que atrapa a un ternerito, y me arrastró como un saco de harina por el suelo. Cogió una pastilla de jabón que estaba en la ventana y al borde del río me bañó de aquí a aquí, (señalando de la cintura para abajo.) Aquel día la espuma del jabón incluso disminuyó mi dolor. Pero no sé exactamente, mi cabeza se hundió en el barro. Luego terminó sus cosas sobre mí y entró en la casa, yo me quedé allí, todo sucio por dentro y por fuera.

Mujer –Es fácil hablar de alguien que está muerto. Me gustaría ver si estuviera aquí frente a ti, si tuvieras el valor de decir estas cosas.

Joven –Cuando me desperté, estaba en el regazo de mi abuela, todo enjabonado. Me gustaba bañarme en el río con ella, entraba con vestido y todo. (riéndose.) Luego, en el fondo se quitaba las bragas (riéndose feliz, recordando.), los pantalones para frotarlos con jabón. Ni siquiera me dejó verlo, dijo que era cosa de mujeres. Pero un día mi mano apestaba tanto que me dejó frotar sus bragas para deshacerme del mal olor. Me froté y froté un montón de veces en la mano, y luego me lo pasé por todo el cuerpo. Me he quedado completamente blanco como un fantasma (riéndose.) y cada vez que era así, hasta parecía que ella adivinaba que yo necesitaba limpiarme. A veces ni siquiera era mierda de vaca, era otra cosa. Un abrazo suyo era el mejor baño que existía. Un día me sorprendió llorando a la orilla del arroyo, me dio un olorcito en la cabeza y me dijo que cuando quieras llorar, sumérgete en el río y las aguas se llevarán tus lágrimas. ¿Quieres irte ahora o qué?

Mujer –No, no quiero. ¿Todavía quieres un poco de tarta o qué?

Joven –¡Sí! (el joven coge la botella y bebe agua. la mujer mira fijamente al niño en silencio.)

Mujer –A veces me lo pregunto. Esta vida es muy divertida, muy loca. Parece que todo está al revés. Dôra. (silencio.) Cuando Dôra nació, ya tenía los ojos abiertos. Cuando la tuve por primera vez en mis brazos parecía que quería decir algo, no sé. Estaba muy enfadada con esa niña fea y lisiada. Hasta hoy sólo sirve para trabajar, es un estorbo, parece que todas las maldiciones de Dios cayeron sobre mí, luego vino Neco...

Joven –Fue mejor así. (silencio.) Para Neco, y para la señora también.


(Fragmento de Memória da alma –Memoria del alma–)