Escena 1
En medio de la oscuridad, poco a poco, PROYECCIONES van dibujando telarañas por el espacio. Lentamente, en el ESCENARIO, la iluminación revela a Anhara tumbada e inmóvil sobre una tarima casi rectangular, horizontal al proscenio. Lleva un camisón vaporoso y el pelo suelto y voluminoso. La imagen de la mujer aparece en las PROYECCIONES en diferentes ángulos, donde su pelo se transforma en telarañas y luego en raíces que se adentran en las tierras barrosas. De este barro surge la silueta casi transparente de la chica Anhara, que atraviesa la escena, haciéndose cada vez más transparente, hasta desaparecer. La voz de la mujer se escucha en OFF.
Anhara (OFF) –El lugar de ningún lugar no tiene dirección y no cuadra en ninguna descripción. Señala con el dedo la estrella y se da cuenta de las náuseas de su dedo índice, un compás errático en espasmos desgarradores.
En el ESCENARIO, sin que se perciba su movimiento, aparece Anhara de pie en el proscenio. En las PROYECCIONES, la tierra barrosa se transforma en la espalda de alguien, cuya piel se asemeja a un tronco de árbol cubierto de musgo. La mano de Anhara toca a esta persona. No es posible ver nada del cuerpo de la protagonista excepto su mano. En el ESCENARIO, Anhara actúa según las PROYECCIONES.
Anhara (en el escenario) –¿Vas a venir conmigo?
En las PROYECCIONES, la espalda de la persona-musgo hace un movimiento brusco y rápido para quitar la mano de Anhara. Ella se detiene.
Anhara (en el escenario) –¿Puedes al menos contestarme algo?
En las PROYECCIONES, la persona-musgo está inmóvil. En su espalda aparecen patas de araña, largas y delgadas, que caminan lentamente.
Anhara (en el escenario) –¡Cuidado, allí en tu espalda!
En las PROYECCIONES, la mano de Anhara casi toca a la persona-musgo, pero detiene el movimiento cuando la araña asoma su cabeza. Sus ocho ojos dan lugar a imágenes reflectantes divididas en las proyecciones. La imagen del rostro de Anhara parpadea en los ojos de la araña en la PROYECCIÓN central. En el ESCENARIO, Anhara baila su dolor.
Anhara (en la proyección) –Podría ser cualquier cosa menos esto.
En las PROYECCIONES, la espalda de la persona-musgo hace un pequeño movimiento al sentir un ligero picor. Terriblemente articulada en segmentos, la araña muestra extremidades maleables bajo la reluciente cutícula. En el ESCENARIO, Anhara se paraliza.
Anhara (en el escenario) –Mírame. Ella está ahí, justo detrás.
En las PROYECCIONES, los dedos de la persona-musgo aparecen sobre los hombros y comienzan a descender, rascando la espalda. En el ESCENARIO, Anhara respira con intensidad.
Anhara (en el escenario) –No hagas eso. ¡Cuidado!
En las PROYECCIONES, la araña, tentacularmente, envuelve un dedo.
Anhara (en el escenario) –¡Oh, no!
En las PROYECCIONES, la araña, en decúbito ventral, abraza, aprieta y exprime el dedo. Las ramas púrpuras se vierten, vorazmente, como una raíz ardiente que atraviesa todo el cuerpo de la persona-musgo. La infección se disemina, en secuencia, en las diferentes pantallas.
Anhara (en el escenario) –Es necesario redimensionar la matriz.
En las PROYECCIONES, el cuello de la persona-musgo gira y muestra su rostro desfigurado en heridas volcánicas. La araña envuelve el rostro y lo aprieta con esfuerzo. El cuerpo del animal se rompe y miles de huevos se desparraman por todos lados. Los huevos invaden las repugnantes infecciones de la persona-musgo, de las que surgen pequeñas arañas. En el ESCENARIO, Anhara actúa como si estuviera encarcelada. En las PROYECCIONES, las arañas momifican el rostro de la persona-musgo con sus telarañas, que finalmente invaden el suelo en forma de raíces.
Anhara (en el escenario) –Por favor, espérame.
Anhara desaparece, mientras las raíces y las telarañas de fuego se extienden por el espacio en distintas PROYECCIONES. La silueta de Anhara-chica aparece en medio de las imágenes y se desvanece hasta desaparecer.
Escena 2
En el ESCENARIO, la iluminación revela a Anhara tumbada, horizontal al proscenio, como al principio de la primera escena. Los adornos abstractos remiten a una habitación con un baño. Como si se tratara de una marioneta, unos hilos invisibles reposicionan su cuerpo hasta que se queda sentada. Lleva el pelo recogido en un moño en la cabeza. Demostrando un hábito cotidiano, tantea tranquilamente una tarima-cómoda, buscando sus gafas que están sobre ella. Una PROYECCIÓN muestra la acción de Anhara, amplificada. Las otras PROYECCIONES revelan la forma como ella está viendo el mundo con sus 23 grados de miopía. En el ESCENARIO, Anhara toca cerca de las gafas, pero no las encuentra. Su voz se escucha en OFF.
Anhara (OFF) –En el espejo inverso polarizado, no hay reflejo sensible, ni reflexión posible. El casi no es suficiente para el voluptuoso placer de la superior benevolencia. La ceguera de una persona que ve puede ser patética para los que ven a través de otros sentidos. El casi es inestable, provocativo, incómodo.
Anhara camina a tientas, con cuidado pero a la vez ágil. Encuentra sus gafas. Se las pone en la cara y se da cuenta de que están sucias. Limpia los cristales de las gafas con la tela de su camisón. Luego se las vuelve a poner. Las PROYECCIONES muestran los cambios en la forma en que Anhara ve el mundo cuando se pone y se quita las gafas.
Anhara (en el escenario) –Sabía que no vendrías. Es mejor así.
Ella va hacia el baño, se quita las gafas y se pone las lentillas. Las PROYECCIONES siguen mostrando los cambios en su visión. En el ESCENARIO, Anhara se mira en el espejo y acaricia las arrugas recién adquiridas. Se lava la cara, suspira, coge una crema y algo de maquillaje poniéndolos delante suyo. Anhara se cubre la cara con una gran cantidad de crema blanca y se hace un masaje. Las PROYECCIONES muestran su rostro blanco a través de diferentes ángulos. La silueta de Anhara-chica emerge en medio de las telarañas. En el ESCENARIO, Anhara se mira en el espejo por un instante. Luego se lava la cara eufóricamente. Vuelve a mirarse en el espejo. Suspira. Ha quitado toda la crema. Sonríe y se desata el pelo.
Anhara (en el escenario) –¡A la lucha!
En el ESCENARIO, Anhara se arregla el propio pelo, poniéndose mucha crema. Frota y mueve el pelo en todas las direcciones, con energía, lo que genera una danza frenética.
Anhara (OFF) –Ha llegado el momento del apedreamiento. Eso no es suficiente para entrar en la botella. Te embriaga por el no pertenecer, mientras el coro repite, al unísono, sus dogmas pseudo-revolucionarios, disfrutando del lujurioso placer de lamer la imagen reflejada en la superficie del hielo. Gritos huecos, sin ecos de dolor.
Simultáneamente a lo que ocurre en el escenario y en la voz en off, las PROYECCIONES muestran diferentes momentos de la vida de Anhara, en un collage de situaciones diversas. En ocasiones, las telarañas se transmutan en raíces que atraviesan la escena.
1. Con su voluminoso pelo encrespado, entra en una tienda al mismo tiempo que una mujer blanca, rubia y de pelo liso. Un empleado la ignora y va a atender a la persona rubia. Anhara mira los productos y un guardia la observa con cautela.
2. Anhara se alisa el pelo, haciendo mucha fuerza. Acaba agotada y con el pelo liso.
3. Una animación muestra a Anhara, todavía una niña, con el pelo encrespado corto y voluminoso. Se parecen a las raíces. Un águila se acerca y le arranca el pelo, que vuelve a ganar volumen, en un ciclo permanente, como en el mito de Prometeo. Otros niños miran y se ríen con desprecio.
4. Adulta y encrespada, Anhara está en una fiesta. Un hombre toca su cuerpo, sin su permiso. Ella reacciona y le empuja. Él sonríe. Algunas personas, constreñidas, la miran reprochando su actitud. Ella da media vuelta para marcharse. Su pelo vuela y se extiende por las pantallas, convirtiéndose en telarañas que se transmutan en raíces que atraviesan la escena.
En el ESCENARIO, el pelo de Anhara ya está listo y arreglado. Es hermoso, voluminoso y encrespado.
Anhara (en el escenario) –¡Qué chévere! Creo que está muy chévere.
La silueta de Anhara-chica cruza la escena lentamente, mientras que, en el ESCENARIO, la mujer se maquilla rápidamente, con sombra de ojos, lápiz, rímel y pintalabios.
Anhara (en el escenario) –Es suficiente. Nunca tuve tiempo para estas cosas (Se mira las uñas sin esmalte, que se muestran en las PROYECCIONES), ni mucho interés... Hay tantas otras cosas de las que ocuparse... que me da igual.
Anhara se sube a una báscula y se queda decepcionada. Se pone unos vaqueros, saltando un poco para poder entrar en ellos. Se pone una blusa y ajusta los pechos. Cuando va a ponerse un par de zapatos de tacón, se da cuenta de que hay una telaraña y tira el zapato lejos. Las PROYECCIONES muestran una pequeña araña que sale a las prisas del zapato. Anhara limpia con precaución el zapato y comprueba que no hay nada más dentro. Se pone el zapato y se mira en el espejo. Las PROYECCIONES muestran su cuerpo, de la cabeza a los pies. Cuando la imagen muestra su rostro, sus sutiles arrugas comienzan a crecer. Se extienden por las pantallas, transmutándose en telarañas. En el ESCENARIO, Anhara retrocede y se detiene. Luego busca algo, con ansiedad. Encuentra su bolso y se congela frente a él. Entonces abre el bolso, con cuidado, y saca un papel.
Anhara (en el escenario) –No he perdido. De todos modos, basta con imprimir otro. Estas tecnologías evitan algunos actos fallidos. (Suspira.) Es que me da igual, la verdad.
Ella sale de casa.
Las PROYECCIONES muestran una animación en la que las telarañas se convierten en escaleras espirales, desde el ángulo de quien las desciende. La velocidad aumenta hasta generar un torbellino vertiginoso.
(Fragmento de As teias de Anhara –Las telarañas de Anhara–)