silvia gomez

São Paulo - SP

Fragmento Teatral

0.

Penumbra, bosque inmemorial, la voz de un cuerpo que no se ve.

Actriz: Imagina. Todavía es noche y está oscuro. Un bosque ancestral. Una parte está inundada, lo que es muy común en esta época del año. El agua es un espejo. 

Alguien pregunta: ¿a quién ves cuando ves tu cara? 

(Pero no sabes de dónde viene esta voz). 

Magníficos árboles en magnífica conversación con el cielo, la tierra y el agua. El sonido que ello hace dentro de nosotros. Podríamos vivir eternamente en este lugar sin código postal, inmemorial. Aquí tenemos pensamientos libres y epifanías sin código postal.

(No acepte jamás una epifanía que llegue presentando el código postal o el número de identificación: es falsa, que lo sepas).

Suena su canción favorita.

No. 

No.

Mejor no. 

Todavía no está lista.

Su canción favorita aún no suena, sólo escuchamos el sonido del bosque.

¿De acuerdo?

Pues, entonces, ella comienza su relato. 

El sonido del bosque.


1. 

La luz se abre poco a poco y revela un entorno urbano, el espacio donde A. ora escribe, ora narra, ora graba, ora vive, ora siente el relato de su propio e intransferible viaje.

Me gusta pensar que estoy aquí sólo como testigo. 

No importa mi nombre, mi código postal o el hecho de que no sea fiel a ninguna marca de jabón o chicle, al contrario, me gusta sentirme completamente promiscua con los hábitos y los hombres. 

Lo que importa es que pronto dejaré de ser una persona. Ni siquiera un personaje de mi propio relato.

El lugar desde el que escribo está al lado de una ventana.  

A veces me olvido de abrirla y entonces una especie de malestar, algo asfixiante contamina las palabras que empiezan a jadear, o mejor dicho, se pasan unas por encima de las otras, se atropellan, se fatigan como si también se asfixiaran.

Ella también jadea, sofocada, hasta que se calma.

Entonces recuerdo que tengo que abrir la ventana, aunque sea la más pequeña rendija.

Lo hago.

Siempre, inmediatamente, antes de que cualquier nueva molécula de oxígeno tenga tiempo de entrar, me siento en paz.

Lo entendí con el tiempo.

Esto me recuerda que las palabras, como nosotros y como los peces y como las rocas y como los pájaros y como las montañas y como los ratones y como los desiertos y como las memorias y como las llanuras y como los musgos y como las plantas y como los siglos y como los árboles, también respiran.

Y justamente porque respiran, están vivas.

Todo lo que siente es importante, sólo ahora lo pensé, XhXX*. (*mira su reloj y dice la hora)  

En este testimonio mío para TI, o mejor dicho en este relato, puede entrar todo lo que jadea y respira y fatiga y siente, sin distinción.

Sólo doy un paso adelante, con la arrogante esperanza de que sirva de carta al futuro. 

Un relato, entre tantos. 

Con suerte, un relato de amor.

A veces pienso que la vida de uno no es más que eso.

El breve relato de un viaje.


2.

A: Te voy a decir algo, no me juzgues, ¿vale?

Tal vez te rías o... yo qué sé. 

De acuerdo.

Estoy perdiendo mi forma humana y esto, al mismo tiempo, me da taquicardia, pero luego recuerdo que ya ha sucedido en otros momentos de la literatura y, al parecer, el mundo ha sobrevivido –y está bien, “murió, pero está bien”, me encanta este meme– al asombro de ver a un hombre despertando una mañana en forma de insecto, a un niño sin control de su metamorfosis en varios animales para complacer a otros, a una población entera transformada en una manada de rinocerontes, a una mujer que parecía pasiva por fuera pero no por dentro. 

Por dentro, ella era un árbol, un incendio.

El árbol.

(Fragmento de A Árvore El Árbol)



Silvia Gomez es periodista, dramaturga y guionista.

escucha la entrevista:

Apresentação Critica

Silvia Gomez es periodista, dramaturga y guionista. Es licenciada en Comunicación Social / Periodismo por la Universidad Federal de Minas Gerais. Su formación como dramaturga tuvo lugar en el Centro de Pesquisa Teatral (CPT-Sesc) bajo la tutoría de Antunes Filho. Estudió Guion en la Escola Roteiraria de São Paulo. Desde 2017, imparte clases de Dramaturgia en lugares como el Núcleo de Dramaturgia del SESI de São Paulo y el CPT-Sesc.

En relación con su formación en el CPT-Sesc, Silvia Gomez explica: “Allí es donde realmente se produjo mi formación en dramaturgia, a pesar de ser un lugar muy libre, más bien un lugar donde uno aprende a formarte por sí mismo, a mirar el mundo. Puedo decir que el CPT-Sesc me enseñó la manera profunda que es la que el propio Antunes Filho hacía, y cómo lo hicieron los artistas de allí. Todo eso me puso en práctica, [en la filosofía de] en la idea de experimentar, cometer muchos errores, probar con los primeros textos, ponerlos a prueba... Esto no es algo que suele pasar, casi no tenemos lugares de formación de dramaturgia que estén orientados a la experiencia, que tengan grupos de actores que puedan experimentar y ver, y entender cómo se escribe”.

A lo largo de su trayectoria como dramaturga Silvia ha escrito diez dramaturgias: A cada dia a vida fica mais curta –Cada día la vida se queda más breve– (escena corta, 2001); O céu cinco minutos antes da tempestade –El cielo cinco minutos antes de la tormenta– (2008); O amor e outros estranhos rumores –El amor y otros rumores extraños– (2008); Abra a janela antes de começar –Abre la ventana antes de empezar– (2014); Mantenha fora do alcance do bebê –Mantenga fuera del alcance del bebé– (2015); Marte, Você Está Aí? –Marte, ¿estás ahí?– (2017); Neste mundo louco, nesta noite brilhante –En este mundo loco, en esta noche brillante– (2019); Pequena coleção de frases em tempos de fundos pensamentos –Pequeña colección de frases en tiempos de profundos pensamientos– (2020); A árvore –El árbol– (2021) y Partida de vôlei à sombra do vulcão –Partido de voleibol a la sombra del volcán– (2021), este último escrito para el Grupo Galpão (Belo Horizonte, Minas Gerais). Silvia Gomez colabora principalmente con el Grupo 3 de Teatro, para el que también ha traducido obras extranjeras. 

Sus textos se han traducido al español, francés, sueco, alemán, inglés, italiano y mandarín. En Brasil, fue galardonada con los premios Associação Paulista de Críticos de Arte (APCA) y Aplauso Brasil, y también fue nominada al Premio Shell en la categoría Dramaturgia. Se han publicado tres de sus dramaturgias: O céu cinco minutos antes da tempestade –El cielo cinco minutos antes de la tormenta–, obra publicada en el libro Círculo de Dramaturgia (Editorial Sesc SP, 2005), Mantenha fora do alcance do bebê –Mantenga fuera del alcance del bebé–, obra publicada por la convocatoria Muestra de Dramaturgia en Pequenos Formatos Cênicos –Pequeños Formatos Escénicos– (Centro Cultural São Paulo, 2015), y A árvore –El árbol–, publicada por la editorial Cobogó (2021).

La escritura de Silvia Gomez trabaja con el texto teatral desde una construcción ficcional. Esto no quiere decir, sin embargo, que la dramaturgia se sitúe dentro de las rígidas estructuras del drama. El crítico e investigador Luiz Fernando Ramos apunta que “sin renunciar a una situación dramática, pero más allá de los esquemas convencionales, [el texto] se construye con la yuxtaposición de diálogos acelerados y voces intensificadas. Esta masa sonora se organiza poco a poco en el pensamiento del espectador. La enunciación extrema no favorece la formulación de un sentido, pero permite lecturas y posibilita narrativas”. Luiz Fernando hace esta reflexión a partir del análisis de la dramaturgia O céu cinco minutos antes da tempestade –El cielo cinco minutos antes de la tormenta–, pero la señalamos aquí como una característica que se puede extender a otras obras de Silvia.

Algunas alusiones a la escritura de Silvia también tienen lugar en el diálogo con obras de teatro de la posguerra. Ella misma comenta: “Siempre escribo en una especie de lugar delirante, soy una gran admiradora del realismo fantástico, del teatro del absurdo, estas literaturas en las que lidiamos con la realidad, pero en otro nivel”. Las características del teatro del absurdo aparecen a través del reconocimiento inicial de una situación que se diluye a partir de la construcción psicológica de los personajes. Silvia también señala que: “Para mí, toda escritura es una reelaboración de lo que se lee. Tomo todo lo que hay aquí: su alcohol en gel, su galleta, lo mezclo todo. Para mí, escribir es agarrar la vida, lo que está disponible. Y todo sirve para el delirio. [...] Si miramos bien la realidad, ella es el delirio mismo...”.

En consonancia con Silvia Gomez, las situaciones de fábula, indicadas por Fernando Ramos, no se muestran como una representación de la realidad. Más bien, amplían el imaginario sobre las narrativas ya establecidas, principalmente en lo que se refiere al universo femenino, tan importante en la escritura de la artista. Sus dramaturgias abordan: la maternidad como condición impuesta y sus desdoblamientos en la construcción/deconstrucción de las identidades femeninas; la relación entre una definición de femenino y reflexiones ambientales, las discusiones sobre el ecofeminismo; el flujo del pensamiento de las mujeres, las elaboraciones psíquicas que superan la lógica masculina de la racionalidad; la familia como círculo de creación de patologías ancestrales; el abuso sexual como violencia física y psicológica; los diarios de viaje de las mujeres como una travesía interna; y otros. Para el crítico Valmir Santos, “el debate de género subyace en la escritura de Silvia con indicios de una realidad que grita y, sin embargo, se accede a ese dolor por caminos aparentemente inverosímiles, como el onirismo y el delirio [...] Se suma al equilibrio de Silvia Gomez el fabular sin desviarse de la gravedad del tema, de la denuncia”.

(Lígia Souza Oliveira)



Silvia Gomez es periodista, dramaturga y guionista.

Silvia Gomez es periodista, dramaturga y guionista. Es licenciada en Comunicación Social / Periodismo por la Universidad Federal de Minas Gerais. Su formación como dramaturga tuvo lugar en el Centro de Pesquisa Teatral (CPT-Sesc) bajo la tutoría de Antunes Filho. Estudió Guion en la Escola Roteiraria de São Paulo. Desde 2017, imparte clases de Dramaturgia en lugares como el Núcleo de Dramaturgia del SESI de São Paulo y el CPT-Sesc.

En relación con su formación en el CPT-Sesc, Silvia Gomez explica: “Allí es donde realmente se produjo mi formación en dramaturgia, a pesar de ser un lugar muy libre, más bien un lugar donde uno aprende a formarte por sí mismo, a mirar el mundo. Puedo decir que el CPT-Sesc me enseñó la manera profunda que es la que el propio Antunes Filho hacía, y cómo lo hicieron los artistas de allí. Todo eso me puso en práctica, [en la filosofía de] en la idea de experimentar, cometer muchos errores, probar con los primeros textos, ponerlos a prueba... Esto no es algo que suele pasar, casi no tenemos lugares de formación de dramaturgia que estén orientados a la experiencia, que tengan grupos de actores que puedan experimentar y ver, y entender cómo se escribe”.

A lo largo de su trayectoria como dramaturga Silvia ha escrito diez dramaturgias: A cada dia a vida fica mais curta –Cada día la vida se queda más breve– (escena corta, 2001); O céu cinco minutos antes da tempestade –El cielo cinco minutos antes de la tormenta– (2008); O amor e outros estranhos rumores –El amor y otros rumores extraños– (2008); Abra a janela antes de começar –Abre la ventana antes de empezar– (2014); Mantenha fora do alcance do bebê –Mantenga fuera del alcance del bebé– (2015); Marte, Você Está Aí? –Marte, ¿estás ahí?– (2017); Neste mundo louco, nesta noite brilhante –En este mundo loco, en esta noche brillante– (2019); Pequena coleção de frases em tempos de fundos pensamentos –Pequeña colección de frases en tiempos de profundos pensamientos– (2020); A árvore –El árbol– (2021) y Partida de vôlei à sombra do vulcão –Partido de voleibol a la sombra del volcán– (2021), este último escrito para el Grupo Galpão (Belo Horizonte, Minas Gerais). Silvia Gomez colabora principalmente con el Grupo 3 de Teatro, para el que también ha traducido obras extranjeras. 

Sus textos se han traducido al español, francés, sueco, alemán, inglés, italiano y mandarín. En Brasil, fue galardonada con los premios Associação Paulista de Críticos de Arte (APCA) y Aplauso Brasil, y también fue nominada al Premio Shell en la categoría Dramaturgia. Se han publicado tres de sus dramaturgias: O céu cinco minutos antes da tempestade –El cielo cinco minutos antes de la tormenta–, obra publicada en el libro Círculo de Dramaturgia (Editorial Sesc SP, 2005), Mantenha fora do alcance do bebê –Mantenga fuera del alcance del bebé–, obra publicada por la convocatoria Muestra de Dramaturgia en Pequenos Formatos Cênicos –Pequeños Formatos Escénicos– (Centro Cultural São Paulo, 2015), y A árvore –El árbol–, publicada por la editorial Cobogó (2021).

La escritura de Silvia Gomez trabaja con el texto teatral desde una construcción ficcional. Esto no quiere decir, sin embargo, que la dramaturgia se sitúe dentro de las rígidas estructuras del drama. El crítico e investigador Luiz Fernando Ramos apunta que “sin renunciar a una situación dramática, pero más allá de los esquemas convencionales, [el texto] se construye con la yuxtaposición de diálogos acelerados y voces intensificadas. Esta masa sonora se organiza poco a poco en el pensamiento del espectador. La enunciación extrema no favorece la formulación de un sentido, pero permite lecturas y posibilita narrativas”. Luiz Fernando hace esta reflexión a partir del análisis de la dramaturgia O céu cinco minutos antes da tempestade –El cielo cinco minutos antes de la tormenta–, pero la señalamos aquí como una característica que se puede extender a otras obras de Silvia.

Algunas alusiones a la escritura de Silvia también tienen lugar en el diálogo con obras de teatro de la posguerra. Ella misma comenta: “Siempre escribo en una especie de lugar delirante, soy una gran admiradora del realismo fantástico, del teatro del absurdo, estas literaturas en las que lidiamos con la realidad, pero en otro nivel”. Las características del teatro del absurdo aparecen a través del reconocimiento inicial de una situación que se diluye a partir de la construcción psicológica de los personajes. Silvia también señala que: “Para mí, toda escritura es una reelaboración de lo que se lee. Tomo todo lo que hay aquí: su alcohol en gel, su galleta, lo mezclo todo. Para mí, escribir es agarrar la vida, lo que está disponible. Y todo sirve para el delirio. [...] Si miramos bien la realidad, ella es el delirio mismo...”.

En consonancia con Silvia Gomez, las situaciones de fábula, indicadas por Fernando Ramos, no se muestran como una representación de la realidad. Más bien, amplían el imaginario sobre las narrativas ya establecidas, principalmente en lo que se refiere al universo femenino, tan importante en la escritura de la artista. Sus dramaturgias abordan: la maternidad como condición impuesta y sus desdoblamientos en la construcción/deconstrucción de las identidades femeninas; la relación entre una definición de femenino y reflexiones ambientales, las discusiones sobre el ecofeminismo; el flujo del pensamiento de las mujeres, las elaboraciones psíquicas que superan la lógica masculina de la racionalidad; la familia como círculo de creación de patologías ancestrales; el abuso sexual como violencia física y psicológica; los diarios de viaje de las mujeres como una travesía interna; y otros. Para el crítico Valmir Santos, “el debate de género subyace en la escritura de Silvia con indicios de una realidad que grita y, sin embargo, se accede a ese dolor por caminos aparentemente inverosímiles, como el onirismo y el delirio [...] Se suma al equilibrio de Silvia Gomez el fabular sin desviarse de la gravedad del tema, de la denuncia”.

(Lígia Souza Oliveira)



0.

Penumbra, bosque inmemorial, la voz de un cuerpo que no se ve.

Actriz: Imagina. Todavía es noche y está oscuro. Un bosque ancestral. Una parte está inundada, lo que es muy común en esta época del año. El agua es un espejo. 

Alguien pregunta: ¿a quién ves cuando ves tu cara? 

(Pero no sabes de dónde viene esta voz). 

Magníficos árboles en magnífica conversación con el cielo, la tierra y el agua. El sonido que ello hace dentro de nosotros. Podríamos vivir eternamente en este lugar sin código postal, inmemorial. Aquí tenemos pensamientos libres y epifanías sin código postal.

(No acepte jamás una epifanía que llegue presentando el código postal o el número de identificación: es falsa, que lo sepas).

Suena su canción favorita.

No. 

No.

Mejor no. 

Todavía no está lista.

Su canción favorita aún no suena, sólo escuchamos el sonido del bosque.

¿De acuerdo?

Pues, entonces, ella comienza su relato. 

El sonido del bosque.


1. 

La luz se abre poco a poco y revela un entorno urbano, el espacio donde A. ora escribe, ora narra, ora graba, ora vive, ora siente el relato de su propio e intransferible viaje.

Me gusta pensar que estoy aquí sólo como testigo. 

No importa mi nombre, mi código postal o el hecho de que no sea fiel a ninguna marca de jabón o chicle, al contrario, me gusta sentirme completamente promiscua con los hábitos y los hombres. 

Lo que importa es que pronto dejaré de ser una persona. Ni siquiera un personaje de mi propio relato.

El lugar desde el que escribo está al lado de una ventana.  

A veces me olvido de abrirla y entonces una especie de malestar, algo asfixiante contamina las palabras que empiezan a jadear, o mejor dicho, se pasan unas por encima de las otras, se atropellan, se fatigan como si también se asfixiaran.

Ella también jadea, sofocada, hasta que se calma.

Entonces recuerdo que tengo que abrir la ventana, aunque sea la más pequeña rendija.

Lo hago.

Siempre, inmediatamente, antes de que cualquier nueva molécula de oxígeno tenga tiempo de entrar, me siento en paz.

Lo entendí con el tiempo.

Esto me recuerda que las palabras, como nosotros y como los peces y como las rocas y como los pájaros y como las montañas y como los ratones y como los desiertos y como las memorias y como las llanuras y como los musgos y como las plantas y como los siglos y como los árboles, también respiran.

Y justamente porque respiran, están vivas.

Todo lo que siente es importante, sólo ahora lo pensé, XhXX*. (*mira su reloj y dice la hora)  

En este testimonio mío para TI, o mejor dicho en este relato, puede entrar todo lo que jadea y respira y fatiga y siente, sin distinción.

Sólo doy un paso adelante, con la arrogante esperanza de que sirva de carta al futuro. 

Un relato, entre tantos. 

Con suerte, un relato de amor.

A veces pienso que la vida de uno no es más que eso.

El breve relato de un viaje.


2.

A: Te voy a decir algo, no me juzgues, ¿vale?

Tal vez te rías o... yo qué sé. 

De acuerdo.

Estoy perdiendo mi forma humana y esto, al mismo tiempo, me da taquicardia, pero luego recuerdo que ya ha sucedido en otros momentos de la literatura y, al parecer, el mundo ha sobrevivido –y está bien, “murió, pero está bien”, me encanta este meme– al asombro de ver a un hombre despertando una mañana en forma de insecto, a un niño sin control de su metamorfosis en varios animales para complacer a otros, a una población entera transformada en una manada de rinocerontes, a una mujer que parecía pasiva por fuera pero no por dentro. 

Por dentro, ella era un árbol, un incendio.

El árbol.

(Fragmento de A Árvore El Árbol)