Tarkovski –(Suplicando a la Matriarca, mientras le rasca la espalda a Rosemary.) Por favor, madre: consigue un profesor de arte. Puedo encargarme yo de matarlo al final del curso, es decir, de “eliminarlo”. Tenemos varias habitaciones, puede quedarse viviendo en una de ellas como hizo el maestro Laurence.
Romero –(Tirándole de las orejas.) Basta, Tarkovski... Tu madre tiene razón. ¡Basta!
(Tarkovski empieza a rechinar los dientes de dolor.)
Miyazaki –¡Madre, escucha lo que te pide Tarkovski! Tememos que el deseo de saber más sobre el arte nos consuma, ya que esto podría llevarnos a otro intento de fuga.
Matriarca –(Levantándose y golpeándole en la cara.) ¡Atrévete a huir, gusanito de mierda! (Gritando.) Sois todos unos ingratos, aunque escucháis la historia de sufrimiento de tu padre todas las noches, todavía os atrevéis a desobedecerle.
Rosemary –(Escupe en el suelo.) ¡Groseros! ¡Rebeldes! ¡Son unos bastardos desagradecidos, Esther! Especialmente Tarkovski... Los hombres sois realmente estúpidos, no parecéis tener ni media cucharadita de sabiduría. Dejémonos de historias sobre el arte. (Se frota la cara, molesta.) ¡Basta! Los necesito a ambos en la cama ahora... Mi máquina no se detiene. (Sujetando el pelo de ellos con la mandíbula.) Lo necesito, necesito que me quieran... ¿Estoy hablando en griego? (Alzando sus pechos por encima de sus ropas.) Los caballeros, estos hombres medievales, son los que sienten sed cuando salen al desierto, yo soy el oasis, yo ato tus caballos a mi orilla, para que bebas de mi agua. Regocijo, para eso están los caballeros, es decir, los maridos, ¿no? Vuestra madre y yo estamos cansados de esta charla insípida e innecesaria... (Gritando.) ¡A la cama, ahora!
Tarkovski –(Asustado.) Pues yo ni siquiera me apoyaré en ti, no tengo sed, no tengo caballo. (Intentando aliviar.) Al menos no esta noche...
Rosemary –(Indignada.) ¿Qué has dicho? ¡Cómo te atreves a renegarme! Que esto jamás vuelva a suceder.
Matriarca –(Agitando sus faldas como si estuviera poseída por un demonio.) ¿Y esta repentina falta de respeto dentro de mi casa? (Con voz autoritaria.) Les vamos a pegar por esto, por estas palabras animales. ¡Rosemary, trae un palo de eucalipto!
(Rosemary sale de la escena, pero vuelve rápidamente con una vara de eucalipto verde en la boca.)
Matriarca –Bájense los pantalones y pónganse a cuatro patas, necesito limpiarlos de este tipo de comportamiento enfermizo.
Miyazaki –(Atemorizado.) Lo siento, mi madre...
Matriarca –¡Rosemary, déjanos a solas! Puedes esperar en el dormitorio, os satisfarán después de ser castigados. (Al público.) Oíd lo que escribieron los profetas: Un marido debe satisfacer siempre los deseos de su mujer, pues somos la cabeza del hogar. (A sus hijos.) ¡Quitaos la ropa! (Golpeando el palo en el suelo.) ¡Ahora, cerdos!
(Ellos, muy asustados, se quitan los pantalones y se ponen a cuatro patas hacia ella. Rosemary sale de allí con una sonrisa maliciosa.)
Matriarca –(Golpeándoles con fuerza.) No intentéis escapar de aquí, soy capaz de cortaros los dedos uno a uno en cada intento. (Tosiendo.) Parece que todo este tiempo he estado contando anécdotas o fábulas... ¡No! Estoy diciendo la pura verdad. (Empiezan a gritar de dolor.) Vuestro padre debe estar herido ahora mismo al lado de nuestro señor y salvador Jesucristo. (Golpea más fuerte.) Y no volváis a faltarnos al respeto a mí o a Rosemary. (Tosiendo.) ¡Piden perdón a Dios ahora!
Miyazaki –Perdón, Señor. (Chirriando los dientes.) ¡Ya basta, madre!
Tarkovski –(Mostrando menos dolor que Miyazaki.) ¡Me niego!
Matriarca –(Pegando sólo a Tarkovski con más fuerza.) ¡Cómo te atreves, cerdo malcriado! Soy tu progenitora, la razón y la sensibilidad! (Doblando el ramo para que el golpe tenga más impacto.) ¡La disciplina y la ternura! (Echando saliva por la boca.) ¡La perra que te parió! No sabes los dolores indescriptibles que pasé para traerte al mundo.
Tarkovski –(Hablando consigo mismo.) Para traernos a un agujero.
Matriarca –(Mostrando los dientes con mucho odio, como si fuera a morderle.) ¡Podría haber ahogado a mis bebés en la bañera! Siempre he sido una sierva de Dios, me ocupé de ti... (En un absoluto ataque de tos.) ¡Dejé de comer para darles el pan en la boca!
Miyazaki –(Aconsejando a su hermano, en voz baja.) ¡Pide perdón, idiota!
Tarkovski –(Hablando con mucho dolor.) ¡Quiero un profesor de arte, que arda en el fuego del infierno nuestro padre, ni siquiera lo conocí, que arda en el fuego del infierno esta casa! ¡Qué arda en el fuego del infierno, Rosemary! (Gritando.) ¡Quiero un profesor de arte! ¡Quiero un profesor de arte!
(Debido a los gritos de Tarkovski, empieza a caer mucha tierra sobre ellos.)
Miyazaki –Madre, no le hagas caso, debe de haber sido sacudido de nuevo por la historia de la muerte de nuestro padre, déjalo en paz.
Matriarca –(Patea violentamente a su hijo mientras grita.) ¡Te voy a matar! ¡Hijo pródigo! (Le escupe.) ¡Satanás te está usando y no te das cuenta! ¡Satanás quiere destruir nuestra familia!
Tarkovski –(Hablando sin aliento.) ¡Me escaparé, madre! O nos traes un profesor de arte...
Matriarca –(Arrancándose el propio pelo.) ¡Vete a atenazar al diablo, ingrato! ¡Maldigo tus deseos!
(La matriarca se sienta muy mareada en el taburete, se mira el pelo blanco que se ha arrancado y, aunque lo está pasando muy mal, sigue manteniendo su postura severa. Los hijos se visten.)
Rosemary –(Vuelve envuelta en la sábana.) ¿Estás bien, señora?
Matriarca –(Tosiendo con la garganta llena de mocos.) ¡Me estáis matando! (Resoplando.) Tráeme mi jarabe...
(Miyazaki comienza a masajear sus pies.)
Miyazaki –(Preocupado.) ¡Cálmate, madre, olvida a Tarkovski! Es un neurótico, eso es todo... Siempre ha sido obediente.
Tarkovski –(La mira descaradamente.) No soy neurótico en absoluto, sólo quiero una razón para no huir de aquí, y esa razón es ocupar mi tiempo con un nuevo profesor de arte. Sólo el arte puede hacerme sobrevivir... ¡Qué vida más oscura! Me siento como un topo enterrado aquí, parece que un huracán está rodando por encima, y todos somos unos conejos atrapados en este agujero... (Mirando su propia piel.) ¡Mira qué pálidos estamos!
Miyazaki –(Hablando en voz alta.) ¿Dónde está el jarabe, Rosemary? (Enfrentándose a su hermano.) ¡Y tú Tarkovski, cállate, ya habrá otro momento para discutir este asunto!
(Fragmento de A raposa das tetas inchadas –La zorra de las tetas hinchadas–)