leonarda glück

Curitiba - PR

Fragmento Teatral

Acto 2 –Dios y la pornografía–

¿Quién creó el libre albedrío? ¿Mahoma? ¿Dios? ¿El mercado? ¿Por qué debería importar más la sangre derramada por los oprimidos en la revuelta que la que suelen derramar los suyos? ¿Cuándo se convirtió la servidumbre en un privilegio para nosotros? El reto aquí es la emancipación del cuerpo, de un cuerpo, mi cuerpo, el cuerpo de dios, el cuerpo de una multitud, este cuerpo –menos infame que masacrado– que da la vuelta a sus funciones analógicas, que aspira a hacerlas digitales. El dígito sagrado. Sagrado sea todo lo que sale del dedo, todo lo que es trans y negro, todo lo que no se puede contar. Sagrado sea todo lo que ha sido torturado, purgado, no aceptado, pisoteado. Sagrada sea la impresión que uno tiene de sí mismo. Sagrado sea el cuchillo y el injerto y toda la construcción del mundo que sale del cuerpo. Sagrado sea todo lo que el dedo de dios no ha tocado. Dios me odiaba desde el principio. Me señaló con su viejo dedo torcido y me dijo: “Vete. Desgráciate”. La libertad es la urgencia tardía de la gente.

Infoproletarios del mundo, ¡uníos en el traba-dios! En un solo cuerpo a los tumbos y tropiezos. Me tapo los oídos y sigo sin miedo. Corté el mal de raíz. La curación de la moral lleva tiempo. Llevo este peso sobre mis hombros, de mal en peor. Hay que resistir, dice el otro. Relájate. Tranquila. De buenas. Y no arrojando arena a los ojos de dios. Sin meterte por la tubería. Entre los bárbaros, la civilización es dar en hueso. Atragantado en la garganta. Entre los binarios, la travesti es darse con un canto en los dientes. Pedregosa. Y una polla como una olla. Dice estar descomulgada en uniforme, en el seno de las fuerzas armadas, por amor a una patria espuria. Qué fuerte. Y a veces aguas la fiesta. Pero es en el ojo de la tormenta donde llevo mi cruz. Si al cerdo se le tuerce la cola, le daré el pan que el diablo amasó. Soy la roca en medio del camino. La olla que se te ha ido. La astilla bajo la uña. A rica no llegaré, pero de tacaña pasaré. Una maleta sin asa. Soy el perro muerto que alguien pateó. Pisando las brasas, voy liando la glorieta, hasta que le pongo un punto final. Quiero decir verdades como templos. Para llevar a cabo. Para ponerle fin. Quiero dejar las cosas claras. Decir basta. Corta las fugas. Tapar los oídos. Darte un jaque mate. Poner un freno. Pasar la llave. Para algunos, un accidente de trayecto, para mí, el poder de la muerte. En el espectáculo de la necropolítica, camino llena de grietas, dura como una piedra. Sé que la sangría está desatada, pero la carne es ahora una victoria sudada.

No estoy aquí hoy para darles información sobre cómo funciona la medicalización de este asunto. La patologización obligatoria de la transexualidad. No voy a contar cómo se hace la terapia hormonal, qué fármacos toman estas personas y por qué medios, no voy a hablar de la forma en que los equipos médicos tratan a los pacientes transexuales en Brasil o del éxito de la cirugía de reasignación genital en Tailandia, ya que allí se hace desde hace más de cuarenta años. Tampoco voy a hablar de los políticos brasileños que proponen el fin de los tratamientos médicos para niños y niñas transexuales en algunas partes del país porque piensan que la “ideología de género” ha ido demasiado lejos y que, si los padres de estos niños y niñas lo desean, pueden perfectamente esperar a que cumplan los 18 años, o incluso los 21 en algunos casos, lo que es para hacerlo aún más difícil, hasta que puedan decidir sobre los rumbos que tomarán sus cuerpos. No voy a decirles que actualmente un niño o una niña no puede llegar al hospital y exigir ser transformado o transformada médicamente en hombre o mujer, porque eso sería un insulto a vuestra inteligencia, y no quiero hacerlo. Ni siquiera voy a decirles que no existe la ideología de género. No voy a hablar de la injerencia del Estado en la vida íntima de sus ciudadanos supuestamente libres. Tampoco voy a decir que la libertad es un engaño. No voy a recurrir al tópico de las estadísticas oficiales, que nos dicen que Brasil, por ejemplo, es el país que más travestis y transexuales mata en el mundo, según la ONG Transgender Europe, con sede en Alemania. No hablaré de los tipos de muertes y agresiones, como apuñalamientos, apedreamientos, disparos, estrangulamientos, torturas, golpes, palizas, incendios, atropellos, no recordaré el caso de Campinas de este año, en el que el asesino mató a la travestí y con fragmentos de vidrio le arrancó el corazón. En el hueco dejado en el cuerpo de la víctima –sonriendo, el asesino la llamó demonio– pegó una imagen de un santo. Y el corazón de la víctima el asesino se lo llevó a su casa. No te diré que México es el segundo en este macabro ranking con menos de la mitad de los asesinatos, seguido de Estados Unidos y Colombia, porque ya debes conocer esta información, ¿verdad? Sería llover en el mojado. No voy a decir, todavía, que Brasil es el país que más pornografía transexual consume en el mundo. No voy a sugerir que el nuestro es un país esquizofrénico, de asesinos pornográficos y psicópatas, no, no lo voy a hacer. Eso ni siquiera se me pasó por la cabeza. No voy a insinuar que este Brasil pacífico no tiene nada de pacífico, y que esta historia del hombre cordial brasileño, cuyas principales virtudes son la hospitalidad y la generosidad, es más bella en los libros que en la propia realidad. No voy a repetir aquí que el hombre es el lobo del hombre y que mata todo lo que ama. No, no lo haré. Lejos de mí. No voy a hablar de autoritarismo, no voy a hablar de enfermedad social, de histeria colectiva y de política genocida, no voy a hablar de fascismo, no voy a hablar de nada de eso. Lejos de mi intención he de decirles que nuestro gobierno ya no está comprometido con la verdad, y mucho menos con estas ONGs y estos rankings, más aún con las ONGs extranjeras que, con el ojo puesto en nuestros tan preciados bienes nacionales, han decidido distorsionar los datos en sus inmorales encuestas llenas de sesgo ideológico, diseñadas para socavar nuestra hermosa y bien construida soberanía nacional. No diré échale fuego al cabaret, por ejemplo.

(Fragmento de Trava bruta)



Leonarda Glück es actriz, dramaturga y directora de teatro. Cofundadora de la Compañía Silenciosa y del Colectivo Selvática.

escucha la entrevista:

Apresentação Critica

Leonarda Glück es actriz, dramaturga, performer y directora de teatro. Se graduó en Artes Escénicas en la Facultad de Artes do Paraná. Con una carrera de más de 25 años, Leonarda fue responsable de la fundación de la Compañía Silenciosa y del Colectivo Selvática.

Ha escrito más de 20 dramaturgias, entre ellas Florrie, a importância extrema (2011), Iracema 236ml (2004), The Mango Tree (2004), Cabaret Macchina (2018), A mesa (2019), entre otras. En 2016 publicó el libro A perfodrama de Leonarda Glück. Literaturas dramáticas de uma mulher (trans) de teatro –El perfodrama de Leonarda Glück. Literaturas dramáticas de una mujer (trans) de teatro–, en el que tenemos acceso a una selección de seis textos para el teatro: 

As três irmãs. Um melodrama rocambolesco em quatro capítulos –Las Tres Hermanas. Un melodrama enrollado en cuatro capítulos–; Cutelo assassino. Uma tragédia grega de atrocidades –Cuchilla asesina. Una tragedia griega de atrocidades–; Jesus vem de Hannover –Jesús viene de Hannover–; O faqueiro de Górgona ou Górgona e as mil facas encantadas –La cubertería de la Gorgona o Gorgona y los mil cuchillos encantados–; Rebecca ou David começa a babar –Rebeca o David empieza a babear–; y Stoccarda. En 2019 fue contemplada en la convocatoria de Dramaturgia en Pequeños Formatos Escénicos del Centro Cultural São Paulo (CCSP) con el texto Trava bruta, que ganó la publicación en 2021 por la misma convocatoria.

Trabaja con la fusión entre lenguajes artísticos, como el teatro, la danza, la performance, la literatura, la música, el vídeo, las artes visuales y cibernéticas, sus relaciones con el cuerpo y las resonancias afectivas. Los principales temas desarrollados por la artista son el amor, el neocolonialismo, la globalización, la lingüística, las fronteras, la tecnología, la transexualidad, los conflictos mundiales, Brasil, el sexo, la violencia, la cultura LGBTQIA+, la dominación y el poder.

A partir de este universo diverso, encontramos en la presentación de su libro, la lectura del artista Ricardo Nolasco: “La palabra de Leonarda Glück no pide perdón ni licencia. Se establece sin miedo. Corroe, perfora, ríe y muerde. Toda la tradición es veneno para sí misma, el pasado es tan patético como el presente o el futuro y las esperanzas son tan risibles como cualquier buena intención. Mucho más que la ironía, el sarcasmo y el pastiche son sus armas más letales. A los ojos, los oídos y la sagaz percepción de Glück no se le escapa nada. Su obra es como un dedo fino, seductor y libertino, en la herida abierta que es el mundo occidental. El dedo penetra creando la ilusión de una curación o de una caricia y, cuando la herida menos lo espera, gira con la máxima fuerza. Didascálico: risas inaudibles”.

Ricardo Nolasco parece certero al indicar la potencia de la dramaturgia de Leonarda. Completamente al margen de los preceptos tradicionales, pero también reacia a los modismos del teatro contemporáneo, los textos de Leonarda cifran la complejidad que abordan sus temas. Sin embargo, los discursos no son unívocos, no convergen en la dirección de una síntesis. Aun así, Nolasco explica que “su escritura mezcla todo tipo de discursos, posiciones y referencias sin ningún juicio de valor: clásicos, cultura de masas, pop, prospectos de medicamentos, alta filosofía, una conversación en el autobús, posts reaccionarios en la línea de tiempo, fragmentos de antiguas revista, los peores programas de la televisión brasileña, griegos y troyanos: todos están sometidos a la acidez intertextual de Leonarda Glück”.

En cuanto a la tematización del universo trans, Leonarda Glück señala: “Desde mi punto de vista, creo que siempre es el mayor reto tratar el tema con la importancia y la sencillez que tiene al mismo tiempo. Puede parecer curioso decir esto, pero es cierto. [...] A ver, lo que quiero decir es: las necesidades de las personas trans (por usar el término más usado en el tema) son bastante similares a las de cualquier otra persona no relacionada con este tema específicamente. El respeto, el afecto, la salud, la medicina, el tratamiento, el consumo, la producción, la cultura, la vivencia, la capacidad, la actividad sexual, el intelecto y todo lo demás son cosas que conciernen a todos los seres vivos, ¿no es así? Si no lo son, deberían serlo. Lo que está mal es querer quitarle el derecho al otro por su forma personal de actuar. [...] Entonces, seguramente no puede ser la forma en que usamos nuestra mente y genitales lo que debe marcar una diferencia definitiva, pues incluso esta diferencia bien puede ser igual a la diferencia del otro en otro rincón del mundo. [...] Otro gran reto es escuchar lo que dicen las personas transexuales, escucharlas con respeto y seriedad en primer lugar, y sólo después entrar en la crítica y el juicio, porque éstos son bastante democráticos y están ahí para todo y todos en el mundo”.

En este sentido se desarrolla la dramaturgia de Leonarda Glück. La mayoría de sus textos sitúan la transexualidad no como un supuesto, sino como un lugar en el mundo. Ricardo Nolasco refuerza: “en su texto, por cierto, nunca se abandona esta cuestión, Glück no se esquiva de nada, al contrario: lo expone todo. Como un fauno o un sátiro, sabe que lleva en su cuerpo –marcadas–todas sus trayectorias y esto no la lleva a ningún tipo de victimización, porque su mirada no se naturaliza ni a sí misma”.

Pero es en Trava bruta donde encontramos la tematización de la transexualidad. Leonarda señala lo siguiente: “Me vino una posible angustia repentina: la de no haber conseguido en otro momento escribir tan íntimamente sobre el tema de la transexualidad, y sus efectos en mi mente y en la vida social de la que formo parte, como ser humano y como artista brasileña, ciudadana del mundo, de mi cuerpo y de mi arte. Ya había escrito sobre ello, por supuesto, pero es la primera vez que dedico un espectáculo entero a mi –aunque no única– experiencia transexual”. Y es en este texto donde encontramos su construcción poética a partir de su identidad: “Nuestro encuentro de hoy es sobre un trastorno poco común. Un trastorno mío poco común. Mío. Eso dice sobre mí. Se trata de mi carne. / Pero también se trata de un tipo de carne en el mundo. / También se trata de los deslices que comete la naturaleza. / Conmigo la anatomía se ha vuelto loca. / Se trata de alguien anatómicamente normal que se siente miembro del sexo opuesto. / Yo, en este caso. Poco común. El sexo opuesto es lo que me constituye. Aunque mi anatomía es común. / En el globo, aproximadamente 3,6 billones de personas comparten la misma anatomía común conmigo. / Poco común es el sentimiento. Raro. Peculiar. Un gesto humano y solitario. / Lucho contra este cuerpo que amo. / Este cuerpo-ficción que el tiempo degrada sin piedad. / Este espectáculo es para que me libere de mí mismo”.

(Lígia Souza Oliveira)



Leonarda Glück es actriz, dramaturga y directora de teatro. Cofundadora de la Compañía Silenciosa y del Colectivo Selvática.

Leonarda Glück es actriz, dramaturga, performer y directora de teatro. Se graduó en Artes Escénicas en la Facultad de Artes do Paraná. Con una carrera de más de 25 años, Leonarda fue responsable de la fundación de la Compañía Silenciosa y del Colectivo Selvática.

Ha escrito más de 20 dramaturgias, entre ellas Florrie, a importância extrema (2011), Iracema 236ml (2004), The Mango Tree (2004), Cabaret Macchina (2018), A mesa (2019), entre otras. En 2016 publicó el libro A perfodrama de Leonarda Glück. Literaturas dramáticas de uma mulher (trans) de teatro –El perfodrama de Leonarda Glück. Literaturas dramáticas de una mujer (trans) de teatro–, en el que tenemos acceso a una selección de seis textos para el teatro: 

As três irmãs. Um melodrama rocambolesco em quatro capítulos –Las Tres Hermanas. Un melodrama enrollado en cuatro capítulos–; Cutelo assassino. Uma tragédia grega de atrocidades –Cuchilla asesina. Una tragedia griega de atrocidades–; Jesus vem de Hannover –Jesús viene de Hannover–; O faqueiro de Górgona ou Górgona e as mil facas encantadas –La cubertería de la Gorgona o Gorgona y los mil cuchillos encantados–; Rebecca ou David começa a babar –Rebeca o David empieza a babear–; y Stoccarda. En 2019 fue contemplada en la convocatoria de Dramaturgia en Pequeños Formatos Escénicos del Centro Cultural São Paulo (CCSP) con el texto Trava bruta, que ganó la publicación en 2021 por la misma convocatoria.

Trabaja con la fusión entre lenguajes artísticos, como el teatro, la danza, la performance, la literatura, la música, el vídeo, las artes visuales y cibernéticas, sus relaciones con el cuerpo y las resonancias afectivas. Los principales temas desarrollados por la artista son el amor, el neocolonialismo, la globalización, la lingüística, las fronteras, la tecnología, la transexualidad, los conflictos mundiales, Brasil, el sexo, la violencia, la cultura LGBTQIA+, la dominación y el poder.

A partir de este universo diverso, encontramos en la presentación de su libro, la lectura del artista Ricardo Nolasco: “La palabra de Leonarda Glück no pide perdón ni licencia. Se establece sin miedo. Corroe, perfora, ríe y muerde. Toda la tradición es veneno para sí misma, el pasado es tan patético como el presente o el futuro y las esperanzas son tan risibles como cualquier buena intención. Mucho más que la ironía, el sarcasmo y el pastiche son sus armas más letales. A los ojos, los oídos y la sagaz percepción de Glück no se le escapa nada. Su obra es como un dedo fino, seductor y libertino, en la herida abierta que es el mundo occidental. El dedo penetra creando la ilusión de una curación o de una caricia y, cuando la herida menos lo espera, gira con la máxima fuerza. Didascálico: risas inaudibles”.

Ricardo Nolasco parece certero al indicar la potencia de la dramaturgia de Leonarda. Completamente al margen de los preceptos tradicionales, pero también reacia a los modismos del teatro contemporáneo, los textos de Leonarda cifran la complejidad que abordan sus temas. Sin embargo, los discursos no son unívocos, no convergen en la dirección de una síntesis. Aun así, Nolasco explica que “su escritura mezcla todo tipo de discursos, posiciones y referencias sin ningún juicio de valor: clásicos, cultura de masas, pop, prospectos de medicamentos, alta filosofía, una conversación en el autobús, posts reaccionarios en la línea de tiempo, fragmentos de antiguas revista, los peores programas de la televisión brasileña, griegos y troyanos: todos están sometidos a la acidez intertextual de Leonarda Glück”.

En cuanto a la tematización del universo trans, Leonarda Glück señala: “Desde mi punto de vista, creo que siempre es el mayor reto tratar el tema con la importancia y la sencillez que tiene al mismo tiempo. Puede parecer curioso decir esto, pero es cierto. [...] A ver, lo que quiero decir es: las necesidades de las personas trans (por usar el término más usado en el tema) son bastante similares a las de cualquier otra persona no relacionada con este tema específicamente. El respeto, el afecto, la salud, la medicina, el tratamiento, el consumo, la producción, la cultura, la vivencia, la capacidad, la actividad sexual, el intelecto y todo lo demás son cosas que conciernen a todos los seres vivos, ¿no es así? Si no lo son, deberían serlo. Lo que está mal es querer quitarle el derecho al otro por su forma personal de actuar. [...] Entonces, seguramente no puede ser la forma en que usamos nuestra mente y genitales lo que debe marcar una diferencia definitiva, pues incluso esta diferencia bien puede ser igual a la diferencia del otro en otro rincón del mundo. [...] Otro gran reto es escuchar lo que dicen las personas transexuales, escucharlas con respeto y seriedad en primer lugar, y sólo después entrar en la crítica y el juicio, porque éstos son bastante democráticos y están ahí para todo y todos en el mundo”.

En este sentido se desarrolla la dramaturgia de Leonarda Glück. La mayoría de sus textos sitúan la transexualidad no como un supuesto, sino como un lugar en el mundo. Ricardo Nolasco refuerza: “en su texto, por cierto, nunca se abandona esta cuestión, Glück no se esquiva de nada, al contrario: lo expone todo. Como un fauno o un sátiro, sabe que lleva en su cuerpo –marcadas–todas sus trayectorias y esto no la lleva a ningún tipo de victimización, porque su mirada no se naturaliza ni a sí misma”.

Pero es en Trava bruta donde encontramos la tematización de la transexualidad. Leonarda señala lo siguiente: “Me vino una posible angustia repentina: la de no haber conseguido en otro momento escribir tan íntimamente sobre el tema de la transexualidad, y sus efectos en mi mente y en la vida social de la que formo parte, como ser humano y como artista brasileña, ciudadana del mundo, de mi cuerpo y de mi arte. Ya había escrito sobre ello, por supuesto, pero es la primera vez que dedico un espectáculo entero a mi –aunque no única– experiencia transexual”. Y es en este texto donde encontramos su construcción poética a partir de su identidad: “Nuestro encuentro de hoy es sobre un trastorno poco común. Un trastorno mío poco común. Mío. Eso dice sobre mí. Se trata de mi carne. / Pero también se trata de un tipo de carne en el mundo. / También se trata de los deslices que comete la naturaleza. / Conmigo la anatomía se ha vuelto loca. / Se trata de alguien anatómicamente normal que se siente miembro del sexo opuesto. / Yo, en este caso. Poco común. El sexo opuesto es lo que me constituye. Aunque mi anatomía es común. / En el globo, aproximadamente 3,6 billones de personas comparten la misma anatomía común conmigo. / Poco común es el sentimiento. Raro. Peculiar. Un gesto humano y solitario. / Lucho contra este cuerpo que amo. / Este cuerpo-ficción que el tiempo degrada sin piedad. / Este espectáculo es para que me libere de mí mismo”.

(Lígia Souza Oliveira)



Acto 2 –Dios y la pornografía–

¿Quién creó el libre albedrío? ¿Mahoma? ¿Dios? ¿El mercado? ¿Por qué debería importar más la sangre derramada por los oprimidos en la revuelta que la que suelen derramar los suyos? ¿Cuándo se convirtió la servidumbre en un privilegio para nosotros? El reto aquí es la emancipación del cuerpo, de un cuerpo, mi cuerpo, el cuerpo de dios, el cuerpo de una multitud, este cuerpo –menos infame que masacrado– que da la vuelta a sus funciones analógicas, que aspira a hacerlas digitales. El dígito sagrado. Sagrado sea todo lo que sale del dedo, todo lo que es trans y negro, todo lo que no se puede contar. Sagrado sea todo lo que ha sido torturado, purgado, no aceptado, pisoteado. Sagrada sea la impresión que uno tiene de sí mismo. Sagrado sea el cuchillo y el injerto y toda la construcción del mundo que sale del cuerpo. Sagrado sea todo lo que el dedo de dios no ha tocado. Dios me odiaba desde el principio. Me señaló con su viejo dedo torcido y me dijo: “Vete. Desgráciate”. La libertad es la urgencia tardía de la gente.

Infoproletarios del mundo, ¡uníos en el traba-dios! En un solo cuerpo a los tumbos y tropiezos. Me tapo los oídos y sigo sin miedo. Corté el mal de raíz. La curación de la moral lleva tiempo. Llevo este peso sobre mis hombros, de mal en peor. Hay que resistir, dice el otro. Relájate. Tranquila. De buenas. Y no arrojando arena a los ojos de dios. Sin meterte por la tubería. Entre los bárbaros, la civilización es dar en hueso. Atragantado en la garganta. Entre los binarios, la travesti es darse con un canto en los dientes. Pedregosa. Y una polla como una olla. Dice estar descomulgada en uniforme, en el seno de las fuerzas armadas, por amor a una patria espuria. Qué fuerte. Y a veces aguas la fiesta. Pero es en el ojo de la tormenta donde llevo mi cruz. Si al cerdo se le tuerce la cola, le daré el pan que el diablo amasó. Soy la roca en medio del camino. La olla que se te ha ido. La astilla bajo la uña. A rica no llegaré, pero de tacaña pasaré. Una maleta sin asa. Soy el perro muerto que alguien pateó. Pisando las brasas, voy liando la glorieta, hasta que le pongo un punto final. Quiero decir verdades como templos. Para llevar a cabo. Para ponerle fin. Quiero dejar las cosas claras. Decir basta. Corta las fugas. Tapar los oídos. Darte un jaque mate. Poner un freno. Pasar la llave. Para algunos, un accidente de trayecto, para mí, el poder de la muerte. En el espectáculo de la necropolítica, camino llena de grietas, dura como una piedra. Sé que la sangría está desatada, pero la carne es ahora una victoria sudada.

No estoy aquí hoy para darles información sobre cómo funciona la medicalización de este asunto. La patologización obligatoria de la transexualidad. No voy a contar cómo se hace la terapia hormonal, qué fármacos toman estas personas y por qué medios, no voy a hablar de la forma en que los equipos médicos tratan a los pacientes transexuales en Brasil o del éxito de la cirugía de reasignación genital en Tailandia, ya que allí se hace desde hace más de cuarenta años. Tampoco voy a hablar de los políticos brasileños que proponen el fin de los tratamientos médicos para niños y niñas transexuales en algunas partes del país porque piensan que la “ideología de género” ha ido demasiado lejos y que, si los padres de estos niños y niñas lo desean, pueden perfectamente esperar a que cumplan los 18 años, o incluso los 21 en algunos casos, lo que es para hacerlo aún más difícil, hasta que puedan decidir sobre los rumbos que tomarán sus cuerpos. No voy a decirles que actualmente un niño o una niña no puede llegar al hospital y exigir ser transformado o transformada médicamente en hombre o mujer, porque eso sería un insulto a vuestra inteligencia, y no quiero hacerlo. Ni siquiera voy a decirles que no existe la ideología de género. No voy a hablar de la injerencia del Estado en la vida íntima de sus ciudadanos supuestamente libres. Tampoco voy a decir que la libertad es un engaño. No voy a recurrir al tópico de las estadísticas oficiales, que nos dicen que Brasil, por ejemplo, es el país que más travestis y transexuales mata en el mundo, según la ONG Transgender Europe, con sede en Alemania. No hablaré de los tipos de muertes y agresiones, como apuñalamientos, apedreamientos, disparos, estrangulamientos, torturas, golpes, palizas, incendios, atropellos, no recordaré el caso de Campinas de este año, en el que el asesino mató a la travestí y con fragmentos de vidrio le arrancó el corazón. En el hueco dejado en el cuerpo de la víctima –sonriendo, el asesino la llamó demonio– pegó una imagen de un santo. Y el corazón de la víctima el asesino se lo llevó a su casa. No te diré que México es el segundo en este macabro ranking con menos de la mitad de los asesinatos, seguido de Estados Unidos y Colombia, porque ya debes conocer esta información, ¿verdad? Sería llover en el mojado. No voy a decir, todavía, que Brasil es el país que más pornografía transexual consume en el mundo. No voy a sugerir que el nuestro es un país esquizofrénico, de asesinos pornográficos y psicópatas, no, no lo voy a hacer. Eso ni siquiera se me pasó por la cabeza. No voy a insinuar que este Brasil pacífico no tiene nada de pacífico, y que esta historia del hombre cordial brasileño, cuyas principales virtudes son la hospitalidad y la generosidad, es más bella en los libros que en la propia realidad. No voy a repetir aquí que el hombre es el lobo del hombre y que mata todo lo que ama. No, no lo haré. Lejos de mí. No voy a hablar de autoritarismo, no voy a hablar de enfermedad social, de histeria colectiva y de política genocida, no voy a hablar de fascismo, no voy a hablar de nada de eso. Lejos de mi intención he de decirles que nuestro gobierno ya no está comprometido con la verdad, y mucho menos con estas ONGs y estos rankings, más aún con las ONGs extranjeras que, con el ojo puesto en nuestros tan preciados bienes nacionales, han decidido distorsionar los datos en sus inmorales encuestas llenas de sesgo ideológico, diseñadas para socavar nuestra hermosa y bien construida soberanía nacional. No diré échale fuego al cabaret, por ejemplo.

(Fragmento de Trava bruta)