Más conocido por su trabajo como actor y director de teatro en los escenarios del Sur de Mato Grosso, Leandro Faria Lelo ha desarrollado una trayectoria paralela en la escritura dramatúrgica. Una carrera de más de dos décadas que comenzó en su ciudad natal, Paranaíba, en el interior de Mato Grosso do Sul. Motivado por el deseo de buscar la profesionalización en el área teatral, se fue a São Paulo en 1996, donde estudió Dirección Teatral durante tres años en la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA/USP), sin finalizar estos estudios. Posteriormente, en 2003, se graduó en Interpretación en la Escuela de Arte Dramático (EAD-ECA/USP). Tras una larga temporada de actuación en la capital paulista, en 2010 volvió al lugar donde empezó todo, su tierra natal.
Como actor, trabajó en varios proyectos teatrales y audiovisuales en São Paulo y Campo Grande. Su actuación más reciente fue como protagonista del largometraje Vento seco –Viento seco– (2020), un drama queer dirigido por Daniel Nolasco.
Su recorrido con la escritura dramatúrgica surgió muy vinculado a los procesos formativos, cuando comenzó a desarrollar la Oficina Teatral de Criação e Montagem –Taller de Creación y Montaje Teatral–, proyecto realizado en colaboración con la Fundação de Cultura de Mato Grosso do Sul, entre 2010 y 2018, en Campo Grande. Como propuesta metodológica, las personas que integran el taller experimentaron todas las etapas de la creación escénica, desde la construcción del texto hasta las presentaciones al público. Mientras realizaba los experimentos, y a partir de la escucha de los temas y las posibilidades de los materiales para la dramaturgia, Leandro comenzó a apropiarse de sí mismo como artista-profesor-dramaturgo. En 2010, firma la autoría y dirección de Ensaio da loucura –Ensayo de la locura–, como resultado del trabajo con el primer grupo del taller. Después, empieza a crear otras dramaturgias: 20 e poucos heróis... –20 y picos héroes…–, O Santo Milagreiro –El Santo Milagrero–, Salve-se quem puder –Sálvese quien pueda–, Os amadores –Los amateurs–, Olimpíadas y No centro da própria engrenagem –En el centro de su propia engranaje–.
En estas obras, Leandro comienza a dirigir su mirada hacia cuestiones sociales y políticas, como artista conectado a los acontecimientos y debates de su tiempo. En O Santo Milagreiro –El Santo Milagrero– (2013), reconstruye la historia de muchos brasileños que peregrinan a las grandes ciudades en busca de “un sueño de vida”, que todavía hoy sigue siendo una realidad. La visión de que “el pasto siempre es más verde en la casa del vecino”. Una familia sale de un pueblo del interior de Mato Grosso do Sul en dirección a la capital, en busca de un “santo milagrero”, desvelando las capas de desigualdad social que se esconden en esta búsqueda incansable del ser humano por una “vida mejor”. La construcción dramatúrgica se guía por la secuencia de acontecimientos y adversidades a lo largo del viaje de la familia hasta llegar a la capital, casi como una odisea. Con un lenguaje totalmente coloquial, los diálogos de los personajes se asemejan a la forma en que suelen hablar muchas personas que viven en pueblos y ciudades en el interior del estado de Mato Grosso do Sul.
Otra dimensión del trabajo de Leandro los percibimos en la interfaz entre el teatro y la literatura, que se debe, en parte, a su trabajo como profesor de teatro y, en otra, a su posterior graduación en Literatura en la Universidad Estatal de Mato Grosso do Sul (UEMS), en 2014. Los estudios de Literatura dieron forma a procesos de adaptación de textos literarios para la dramaturgia o sirvieron como desencadenantes para la creación. Su puesta en escena de Inocência –Inocencia– (2012), por ejemplo, una dramaturgia inspirada en la novela de Vizconde de Taunay, que tiene como telón de fondo el páramo de Mato Grosso, tuvo gran repercusión, siendo puesta en escena para un público escolar y espontáneo en diversos programas del estado [nota de traducción: Vizconde de Taunay (1843-1899) fue escritor, militar y político del imperio brasileño, pero dejó el ejército y su rango de Sargento Mayor, para dedicarse a la política y la literatura. Se dedicó a la música, la pintura, el periodismo y la crítica. Aunque era hijo de padres franceses, supo ser un escritor esencialmente brasileño].
También en esta intersección con la literatura, escribe A mitológica vida do homem mais ou menos ou O concílio das más intenções –La vida mitológica del hombre más o menos o El concilio de las malas intenciones– (2018). En este texto, propone un formato de dramaturgia que se guía por un desplazamiento espacial de las escenas. Es decir, las rúbricas indican que las escenas pueden tener lugar en lugares distintos o en movimiento, de los actores y del público, revelando su particularidad de pensar la dramaturgia en relación con el espacio. Crea una narrativa que cose tiempos y espacios, entre un pasado más lejano y un presente no del todo delimitado, el nacimiento de un antihéroe inspirado en Macunaíma [nota de traducción: Macunaíma, obra de Mário de Andrade publicada en 1928, está considerada una de las principales novelas de la literatura modernista brasileña. La obra es una rapsodia sobre la formación de Brasil, en la que se entrecruzan diversos elementos nacionales en una narración que cuenta la historia de Macunaíma, el héroe sin ningún carácter]. La idea de un héroe un poco al revés, sin carácter, una figura política que es construida y deconstruida por la sociedad y los medios de comunicación que, aquí, son uno de los ejes determinantes en la trama, en la medida en que operan como moduladores de los acontecimientos, con la aparición de personajes periodistas e influenciadores digitales.
La presencia de los medios sociales, de comunicación e influencia, también está presente en Subcutâneo –Subcutáneo– (2016), que se ambienta en un Brasil de 2027, un país que deja de ser laico y persigue a las minorías, principalmente a los negros y a los homosexuales, con el objetivo de la “cura”, de la “conversión”. En este futuro distópico, en lo que se ha convertido en los Estados Ungidos de Brasil, dos personajes, que no son ni hombres ni mujeres, (sobre)viven en un pequeño escondite para escapar de los “ángeles de la muerte”. Un altavoz actúa como comunicador único, obligatorio y absoluto (permanece encendido las 24 horas, sin posibilidad de apagarlo; ya no existe el acceso a Internet), que intercala informes de noticias emitidos por el gobierno, oraciones y advertencias sobre cosas censuradas, como las bebidas y los vaqueros ajustados (que se han convertido en símbolos de perversión moral). Un contexto en el que se decide extinguir toda posibilidad de existencia libre y diversa.
Sin ocultar su inspiración en la obra de los dramaturgos brasileños Plínio Marcos y Nelson Rodrigues, en lo que respecta a la crudeza de los hechos y la construcción de climas, Leandro Faria Lelo se lanza a investigar cómo ha reaccionado la sociedad ante las diferentes coyunturas sociales, políticas y económicas, y el intento constante de apagar las diferencias.
(Carin Louro)