ESCENA I –CONOCIÉNDOSE–
Off del Pequeñito:
¿Quién es la protagonista de esta historia? Una niña que viene del otro lado de allá, es decir, no es de por aquí. Vosotros estáis en el otro lado más allá, mientras que nosotros estamos de este lado de aquí, ¿o es al revés? La niña no tenía nombre, o al menos no me dijo cómo se llamaba. Pero sus ojos brillaban con cada palabra que salía de su boca. La historia comenzaba con “Érase una vez” y terminaba con “Felices para siempre”. Entonces, ella cerró el libro, miró hacia otro lado y dijo buenas noches gato. ¿Hum dijo buenas noches gato? Hizo un cariño en el felino que era mío, sólo mío, antes mío y de nadie más. Aunque no lo recuerdo antes de ese momento, pero estaba seguro de que era mío en cuanto lo vi. De hecho, antes de ese momento ni siquiera sabía de mí ni de nada, sólo la historia que ella nos había contado. Era como si acabara de ser creado. La niña me miró entonces, sonrió, me besó la mejilla y dijo: “Buenas noches, pequeñito. Duerme bien y cuida mi gato”. El gato sonrió. ¿Mi gato? Pero el gato no era suyo. ¿O sí que era? Ay qué cabecita. Qué beso más bueno. Ella entonces se cubrió con la manta y se quedó dormida. Pero, fíjate en su audacia, el gato se estiró inmediatamente, me rodeó y se tumbó a mi lado. De repente, sentí un sueño y me quedé dormido allí mismo...
Suena el despertador.
Marci: Buenos días, gato.
Gato: Miau.
Marci: Buenos días, pequeñito.
Pequeñito: Buenos días, mamá.
Marci: (riéndose) Ay qué no soy tu madre. (riéndose) Lejos de mí. (riéndose)
Pequeñito: (grita) ¡Aaaaaaaaaaaaaaaa! (¡Dios mío! Así que no fue un sueño. Ahhhhhhhh.
Marci: Psst. ¡Cállate! Que vas a despertar a los vecinos.
Madre off: Hija, ¿ya estás despierta?
Marci: Sí, sí, madre. Ya voy. Voy a lavarme los dientes y a hacer un cariñito en el gato.
Madre off: ¿Qué gato, hija? ¿Hay un gato en tu habitación? ¿Dejaste la ventana abierta otra vez? No lo toques, que eres…
Marci: Alérgica a los gatos. Ya lo sé, mamá. Que es broma. No hay ningún gato aquí (riéndose bajito). ¿No es verdad cosa hermosa? ¡Qué mono!
Pequeñito: Ey que su nombre no es mono ni nada de eso. No lo toques. Es mío.
Gato: Miau.
Marci: Lo siento. No lo decía en serio. Sólo quería una mascota.
Pequeñito: O no hay que disculparte. No, no llores, por favor. Basta ya. No me gusta ver llorar a una niña. No pasa nada. Puedes acariciarlo. Pero no lo llames mono que es demasiado cursi…
Marci: Qué bien… que es tan regordete. Tengo que irme ya. Llego tarde a la escuela. Nos vemos después de la clase. Voy mamá. Ya estoy lista.
Pequeñito: Oye, ¿a dónde vas niña? ¿Y ahora qué hago? Este es el cuarto de una chica, no puedo quedarme aquí.
Gato: Miau.
Bailarina: (ríe tímidamente)
Pequeñito: ¿Quién se ríe? ¿Quién está ahí? Preséntate ahora o calla para siempre. Me gustaría decir que si eres un monstruo feroz, prefiero que te calles para siempre o te haré daño con mis poderosos...
Gato: Miau.
Pequeñito: Miau. Eso es. Quiero decir… No... ¡Ahhh! Ostras...
Bailarina: No te asustes y tampoco me hagas daño con tu poderoso miau. (riéndose) Soy la bailarina, un placer conocerte, pequeñito.
Pequeñito: Una bailarina. Vaya. Bueno, debo informarles que mi nombre no es pequeñito.
Bailarina: Sí, lo es. Ese es el nombre que ella te dio.
Pequeñito: No, ese no es mi nombre.
Bailarina: ¿Y cómo te llamas entonces?
Pequeñito: Bueno... es...
Gato: Miau.
Pequeñito: Ahora no, gatito. Vaya, no lo sé. He olvidado mi nombre.
Bailarina: Se llama Pequeñito o, si lo prefieres, el pequeñito. Así es como te llamó ella cuando te creó.
Pequeñito: ¿Cuándo qué? ¿Me estás diciendo que fui criado por una niña?
Gato: Miau.
Bailarina: Eres gracioso. Apuesto a que ni siquiera sabes que el gato puede hablar.
Pequeñito: Por supuesto que sí. Es mi gato. Habla miau.
Gato: Yo también hablo otros idiomas, estimado. Miau sólo cuando me da pereza. Como ahora... Miau.
Pequeñito: Por la barba del profeta. Envíame de vuelta al lugar de donde vine. Algo está mal aquí. Se supone que soy amigo de un niño.
Bailarina: Ella te ha creado con tanto cariño, no digas esto. Si lo escucha se va a poner molesta.
Pequeñito: pues que se quede, no quiero jugar con una muñeca.
Gato: Déjeme decirle, señor, que no hay nada malo en que los niños jueguen con muñecas. Pero me veo obligado a decirle que la niña en cuestión tampoco puede jugar con muñecas. Es alérgica.
Pequeñito: ¿Le pasa algo a esa niña? Es alérgica a los gatos, a las muñecas, a todo.
Gato: Miau. Todo es una palabra muy generalizadora muchacho.
Bailarina: Sólo es alérgica a algunos medicamentos, a algunos tipos de alimentos, a las picaduras de insectos, a algunas sustancias como las pinturas, el látex, el polen, la saliva y la piel de algunos animales y nada más.
Pequeñito: ¿Y crees que eso no es suficiente?
Bailarina: Así son los niños. Tú no tienes alergias porque no eres real.
Pequeñito: Tampoco hay que ofender.
Gato: No quería ofenderte, jovencito. Quiso decir que no eres real en este lado, pero sí en aquel. ¿Entiendes?
Pequeñito: ¿Eh?
Gato: Para los niños que nos crían, somos reales. Miau. El lado de la imaginación fértil nos da la vida.
Bailarina: Los adultos, por otro lado... Estos son un poco más complicados, sí...
Pequeñito: Pero todo adulto ha sido un niño.
Gato: Bien dicho... Fue... Pretérito perfecto... Verbo conjugado en pasado, es decir, ya no es... Miau.
Bailarina: Dale una oportunidad a la niña. Ella no te creó para nada. Hace mucho tiempo que ella te ha planeado. Fue casi una gestación... Al principio éramos sólo ella y yo.
(Fragmento de O fantástico mundo imaginário de Marci)