CELIA –Así es, no sirve de nada exaltarse en estos momentos. Mírame... (Edilamar da unos golpes con la pelota en la pared, como si estuviera entrenando.) Nada me aborrece. ¿Qué? ¡Nada! Si me enfadara con eso... así que paso. De un colegio a otro, trabajando como una mula, autobuses abarrotados, atascos, calor africano, aulas petadas de alumnos, subir y bajar escaleras, colas en el banco, pagar facturas, entregar encargos, recoger encargos, agendar citas con el médico, corregir exámenes, alumnos gritando, metiéndote el dedo en tu cara, contestando al teléfono, escuchando música a todo volumen, cagando en ti y en tu crisis de mediana edad, ¿y crees que me voy a quemar la cabeza por ello? (Encogiéndose de hombros.) Quiero que el mundo se acabe en la playa para poder comer pescado frito. (Vemos a Tía Paloma entrando en el colegio por el pasillo de la izquierda.) Aquí... Echa un vistazo a esta maraña... (Coge el examen de un alumno de entre sus cosas y lo lee en voz alta.) Rafael, de la 602. ¿Cómo se reproducen las enzimas? Fíjate en su respuesta: “Las enzimas se reproducen con facilidad y habilidad, porque sólo hay que estar una enzima de la otra”. Y esta otra: “¿Cuál es la función del esqueleto? Invadir el castillo de Greyskull”. ¿Ves? ¿Eso crees? Creen que somos payasos, y se burlan de nosotras. ¿Crees que eso me aborrece? Eso es lo que quieren... Que terminemos como Vivian. Pero esa es la cuestión, nada me aborrece. Conmigo las cosas no son así de sencillas.
EDILAMAR –Oye hablando de eso... ¿Sabes algo de Vivian? ¿Está bien, le han dado el alta...?
CELIA –Bueno, ya sabes, así así… Hablé con su marido, dijo que reconoce a la gente, pero no dice nada... Duerme mucho. Descansando, los medicamentos... Iré el fin de semana, si te animas y quieres venir conmigo...
EDILAMAR –¿Pero ya puede recibir visitas?
CELIA –Mira, eso no lo sé, pero sí sé que antes de todo esto me hizo un pedido y no me lo pagó. Y en eso morí sin mis 200 platas. Voy a llamar a su puerta, no quiero ni saberlo.
EDILAMAR –Haz una rifa...
CELIA –Pero es ese kit de nueces de macadamia... ¿sabes? El de la tapa dorada.
EDILAMAR –Ah... si fuera el de pitanga lo compraría.
CELIA –¿Cuál? ¿El de la tapa azul?
EDILAMAR –Sí...
CELIA -–Si supiera... Subí ayer a Petrópolis. (Comienza a mostrar los productos en venta: chamarilería, cosméticos y ropa.) Podría haberlo traído, no dijiste nada...
EDILAMAR –No, pero voy justa de dinero, que no puedo...
PALOMA –¡Buenos días, gente! Disculpa por llegar tarde.
EDILAMAR –(Enseñando el reloj.) Buenas tardes, ¿no?
PALOMA –(Achicharrada, pero siempre angelical.) Vaya, afuera hace un sol de justicia. Qué calor hace... (Refiriéndose a los productos que Celia está mostrando a Edilamar.) Oh, no, te lo agradezco, pero no puedo permitírmelo este mes, lo dejaré para la próxima vez. Me alegro de que lo hayas reservado aquí. Las aulas son como un horno. (Edilamar y Celia sin fijarse mucho en Paloma, siguen negociando quincallerías y valores) Hace demasiado calor... ¿Dónde vamos a parar? (Aturdida por el calor, se hace aire y apoya la cabeza con las manos, refrescando su cara con la temperatura de su botella de agua. Mientras habla Paloma, Edilamar va al baño a probarse una blusa.) Pronto ya no podremos salir a la calle ¿eh? Dios mío. Sales a la calle y llega una ráfaga de aire caliente... parece que estás dentro de una boca. Llena de dientes. Masticando. Hablando con la boca llena. A veces pienso que por eso todos están un poco así, convulsos... Es el calor... No puedes ni pensar con claridad... Todo pegadizo... Todo inflamado... “El calor lo distorsiona todo”. Escuché eso ayer. Ojalá hubiera sido de una persona real, pero fue en el teatro. Por eso, cuando puedo, voy al teatro. Para ver a la gente de mentira diciendo la verdad, para escapar un poco de esa gente de verdad que sólo dice mentiras... Me estuve preguntando a mí mismo... ¡Dios mío! Esto es algo tan antiguo y la gente todavía se involucra y participa. Acabas de llegar de la calle, en un rato tu cuerpo se acostumbrará. Ve al baño y échate agua en la cara.
Sale y se cruza con Edilamar que vuelve del baño.
EDILAMAR –(Haciendo referencia a la blusa.) No ha quedado bien... Marca mucho aquí.
CELIA –Tengo otra opción: ¡rayas!
EDILAMAR –Las rayas me engordan, pero son bonitas, ¿eh? ¿Cuánto cuesta?
CELIA –Mira aquí... Buen material...
EDILAMAR –Sí, muy bueno el tejido.
CELIA –Sí sí, muy fino. No es el tipo de basura que te van empujando…
EDILAMAR –¿Cuánto?
CELIA –Mira, yo te hago esto, más la crema hidratante, más ese acondicionador que sé que te está acabando, te lo dejo por siete cuatro.
EDILAMAR –¡Uy, no, es mucho! Con lo poco que cobro…
CELIA –Guapa, pues págalo con el sueldo del 13º mes…
EDILAMAR –Cuento con ello para sobrevivir en enero, guapa…
Mientras los dos regatean los valores, Paloma sale del baño y los textos se cruzan.
PALOMA –(Volviendo del baño.) No hay agua. A eso me refiero, ¿ves? Todos los años, lo mismo. Cuando empiezan las vacaciones, lo racionan. Creen que eso es la sostenibilidad. Piensan que si no hay estudiantes, ¿para qué tener agua? ¿Quién está aquí? No deberían estar aquí, deberían ocuparse de la vida. ¿Qué vida? Con este calor, ¿quién vive? Esta ciudad es cada vez más cara, ¿quién vive? Todo caro, todo lleno de gente, con el calor que hace, no es para ti, esta ciudad no es para ti, tú no eres para ti. Eres para el otro (Grita hacia afuera.) ¿¡Qué dices!? Pero aquí hay gente y no animales, ya te lo digo. Y aunque fuéramos animales, no se les niega agua.
Celia y Edilamar ponen cara a Paloma. Un silencio incómodo entre las tres. Permanecen así durante un tiempo.
PALOMA –(Con dulzura.) ¿Alguien sabe algo de Vivian?
(Fragmento de Conselho de Classe –Consejo Escolar–)