Los hombres solitarios. (Penumbra. Poco a poco, una luz rojiza enfoca a Amiel, los movimientos de sus manos ganan sombras en el fondo, estas sombras hacen gestos de llamamiento a los tres personajes que salen de en medio del público sin saber lo que les espera. Viento.)
Amiel (con angustia): ¡El universo se asentó en una gota de lágrima, reluciendo brillo, reluciendo sal y agua!
Peter: Ya no añoro la época en la que juntos éramos fuertes. ¡Prefiero el hastío de estos días cansados!
Eroni (incrédula): Hablas como si fuéramos cuatro criaturas envejecidas por un tiempo que no estoy segura de haber vivido.
Peter: ¿Qué? ¿Así que no estás de acuerdo con nosotros? ¿Con lo que pensamos? ¿Así de desacreditados estamos?
Eroni (consolándolo): Mi querido amigo, no te empeñes en descubrir lo que muchos antes que nosotros han intentado y, con las mismas pistas, han terminado por encontrar la Nada.
Peter: Sólo deseo hacer las cosas más agradables...
Eroni: Entonces, para escapar temporalmente de la verdadera razón de este encuentro, hablemos de ese verso (suspira profundamente), ese pequeño verso mediocre que tanta alegría nos trajo.
Peter: ¡Eso es! ¿Por qué perder el tiempo con palabras cansadas? Pero me temo no acordarme. Hay ciertas cosas que se crean sólo para un tiempo minúsculo y borroso, que no tienen el compromiso de repetirse. Y hoy podría ser un día así...
Eroni: No encaro la propuesta que hice de esa manera, sin embargo me veo obligado a estar de acuerdo cuando hablas del olvido...
Peter: ¿Yo? ¿Pero te dije algo sobre el olvido?
Eroni (entre risas): Ah, amigo mío, si el mundo dependiera de ti para profetizar, estaríamos todos perdidos.
Peter: Por eso la vida del hombre debe pertenecer sólo a él, y a nadie más.
Eroni: Debe haber ahora, en este mismo momento, miles de millones de personas afirmando con incertidumbre lo que has dicho tú.
Peter: No seas tonto a nombre de toda la humanidad.
Eroni: El camino es demasiado largo para esas certezas fugaces. ¿Te has dado cuenta de lo que siempre ocurre cuando creemos ciegamente en algo?
Peter: Siempre pierdo un poco de mi vida.
Eroni: Esto no es motivo para tristezas repentinas.
Peter: Me gustaría romper con este círculo vicioso...
Eroni (cortándolo): ¡Basta! Nunca el sueño puede ser tomado por manos tan pobres como las nuestras. Todo lo que tenemos es el resto. El resto es nuestro hogar. El resto es nuestro refugio. Hay que entender la vida. O serás tragado.
Peter (irónico, pero ligeramente dolido): A veces hablas como un cuentacuentos obsoleto. Y esto me causa mucha risa. Es bueno reírse de tus historias, parece que sólo sirven para mi risa. Por favor, cuéntame la historia del hombre que perdió...
Eroni: Es increíble tu capacidad de acomodación. Estoy empezando a darme cuenta de lo agotador que es vivir con alguien feliz con tan poco.
Peter: Ahórrate tus lamentos. Mis oídos ya están debilitados (pausa), pero ¿a dónde llegaremos con toda esta prudencia?
Eroni: Quizás donde llegan todos los hombres prudentes…
Peter: ¿Y dónde llegan?
Eroni: Pienso en la inexistencia de un fin. ¡Pienso en tantas cosas, amigo mío!
Pedro: ¿Pero esto no sería promiscuidad con la propia criatura?
Eroni: Podría, sí. Seguramente esta es la parte del mundo que aún no podemos entender. Sabes bien que el mundo está dividido en infinitas partes.
Peter (a la inversa): ¡Creo que esta idea tuya es una gran locura!
Eroni (desafiándolo): ¡Vaya! Tu miedo retrae (grita), retrae (habla muy suavemente casi inaudible), retrae a cada instante la posibilidad que tienes de ser menos humilde.
Pedro: Niego esta condición. Lo realmente bueno es ver cómo todo pasa ligeramente ante nuestros ojos sin que sepamos de los precedentes estampados allí. No me importa.
Eroni: No eres una mariposa. ¡No inventes capullos! Sólo hay que inventar lo que es posible.
Pedro: La contrariedad es algo que te hace ver el mundo a través del agua. Ten cuidado de que un día el espejo pueda romperse, y entonces, amigo mío...
Eroni: Si es para destruir, entonces no sigas por ahí. Sólo escúchame.
Amiel (con extrema amargura): ¡El universo se asentó en una gota de lágrima, reluciendo brillo, reluciendo sal y agua!
Peter: Recuerdo la primera vez que nos encontramos en esta plaza.
Eroni: No cambies la conversación. Todavía no he terminado.
Pedro: No tiene sentido dejar que las conversaciones rocen lo pendiente. Ya tenemos una vida de palabrería. Hablamos prácticamente sobre todo...
Eroni (intrigado): ¿Sobre todo lo que existe?
Pedro: Sí, amigo mío. Sobre todo lo que existe e incluso lo que no existe. ¿No te has dado cuenta?
Eroni: No. ¿Y el tiempo?
(Fragmento de Na mesma praça hojesempre até o amor acabar –En la misma plaza hoy y siempre hasta que se acabe el amor–)