Aparecen otras sombras. Al principio, lentas y aisladas, pronto se convierten en muchas y con la misma intensidad que los ruidos que predominaban antes.
Había
un vacuo
entre tal y tal hora
como si nada hubiera existido allá.
Como si nunca se hubiera dicho nada allá.
Pero yo –sólo yo– sabía que
había.
Una a una, las sombras entran por la puerta abierta.
SOMBRAS:
No soy una mujer, soy un día;
cada mechón de mi pelo es un segundo.
No soy una mujer, soy un lugar;
cada parte de mi cuerpo es un rincón de la ciudad.
No soy una mujer, soy una clase;
cada recubrimiento de mi piel es una capa social.
No soy una mujer, soy un grado de instrucción;
mis oídos son todo mi estudio.
No soy una mujer, soy una profesión;
mi nariz es mi única alternativa.
No soy una mujer, soy una propiedad;
mis genitales son mi escritura.
No soy una mujer, soy un contexto;
cada órgano mío forma parte del caos en el que me encuentro.
No soy una mujer, soy una probabilidad;
mi aparato reproductor es mi sentencia.
No soy una mujer, soy una estadística;
cada uno de mis pechos es un posible final.
No soy una persona, sólo soy lo que mi cuerpo dice que soy:
día, lugar, clase, grado de instrucción, profesión, propiedad, contexto, probabilidad, estadística.
Cada parte de mi cuerpo da a vosotros una información específica;
cada órgano mío, una peculiaridad mía.
Y juntos te dirán mi nombre:
[señala el pelo]
16 de marzo de 2014
[recoge un mechón de pelo]
8h49
[señala la rodilla]
Río de Janeiro
[baja un poco]
Zona Norte
[baja un poco más hasta llegar al pie]
Morro da Congonha
[señala la piel]
Negra
[baja un poco más]
Pobre
[señala las orejas]
Semianalfabeta
[señala la nariz]
Auxiliar de limpieza en un hospital
[señala la vagina]
Casada desde hace 20 años –de mis 38 años–
[la presiona]
–Con el mismo hombre.
[señala el estómago y lo masajea]
Miedo constante.
Un aprieto indescriptible
permanente
indisoluble.
[señala la región del vientre y la golpea repetidamente]
Madre de cuatro hijos.
Madre adoptiva de cuatro sobrinos.
[señala el pecho izquierdo]
Aquí estoy viva;
[señala el pecho derecho]
aquí ya no estoy.
HOMBRE:
Las horas han pasado.
Él regresa.
“Sabemos que fuiste tú”, dice.
Lo niego,
porque se nos enseña a negar
siempre.
SOMBRAS:
[señala la mano derecha a la izquierda]
Esta soy yo.
[señala la mano izquierda al pecho y la deja reposar allí]
Esta es la casa donde vivo
[con la mano derecha, levanta cada dedo mientras habla]
con mi marido,
mis cuatro hijos
[recoge cuatro dedos]
y mis cuatro sobrinos-hijos.
[con el pulgar de su mano derecha señala su rodilla]
Esta es la panadería
donde voy todos los días a comprar pan
antes de ir a trabajar.
[retira su mano izquierda del pecho y baja lentamente por su cuerpo hacia la rodilla]
Como hoy es domingo y todavía es temprano, hay poca gente en la calle.
Aun así, salgo,
porque mis hijos tienen hambre, todos ellos.
Hambre.
Todos ellos.
Llevo seis reales en el bolsillo:
tres para el pan,
tres para la mortadela
–eso es todo lo que tengo.
[mientras baja lentamente su mano izquierda, señala su cadera con el pulgar derecho]
Aquí en este punto ellos aparcan.
Como siempre ocurre cuando llegan
aquí arriba, ya salen
del coche con las armas en sus manos.
[estira los otros cuatro dedos, abriendo toda la mano derecha]
Despreocupada
–o demasiado preocupada por las cosas
que la gente como tú
nunca tendrá que preocuparse–,
Bajo las escaleras.
Cuando giro la esquina...
[La mano izquierda se encuentra con la derecha]
Los veo.
HOMBRE:
"Había sangre en su bota. La misma sangre fue encontrada en una esquina del salón”.
También había semen,
pero nunca lo sabrán.
SOMBRAS:
[señala una mano en el pecho y la otra en la espalda]
Un disparo aquí, otro aquí.
Uno de ellos desde arriba hacia abajo
cuando ya estaba en el suelo –sentada o arrodillado–,
No recuerdo más.
Todo el mundo corre a ver qué ha pasado.
“¡Es del barrio! Es trabajadora”, grita alguien.
(Fragmento de A mulher arrastada –La mujer arrastrada–)