andré felipe

Florianópolis - SC

Fragmento Teatral

Una canción estruendosa en una atmósfera de fin.

Se va terminando.

No se preocupen pues ya está terminando.

–edificios, túneles, viaductos, coches, contaminación, grosería, hambre, río muerto, jpg, McDonald’s, Starbucks, caca humana, purpurina, residuos, ciudad limpia, cola, selfie, sífilis, carne mechada, croqueta, bandera nacional, lluvia ácida, boy basura, kit gay, luz blanca, píxel, mancha de sangre, una mujer caída, perforadora–

Ana, me pediste que imaginara el futuro. Pero su final fracturó algo y me llevó a pensar en el final de todas las cosas. Este ensayo es un primer intento de encontrar algo parecido a un final.

Se va terminando.

Ya está terminando.

La cara de Ana casi irreconocible en un cartel viejo y roto.

Me imagino una fiesta en un búnker en el centro de una megalópolis latinoamericana. Podría ser São Paulo. Imaginen una São Paulo apocalíptica. Es difícil de imaginar, ¿verdad? –edificios, túneles, viaductos, coches, contaminación, grosería, hambre, río muerto, jpg, McDonald’s, Starbucks, caca humana, purpurina, residuos, ciudad limpia, cola, selfie, sífilis, carne mechada, croqueta, bandera nacional, lluvia ácida, boy basura, kit gay, luz blanca, píxel, mancha de sangre, una mujer caída, perforadora– ¿Qué más? Imagino un paisaje no muy diferente al de mi ventana, pero todo en doble, triple, cien veces. ¿Eres capaz de imaginar? A primera vista parece una ciudad abandonada, porque todo es una exageración, no hay fondo, no hay horizonte, por lo que es difícil distinguir las cosas... pero si nos fijamos bien, podemos notar detalles, vestigios, huellas humanas por todas partes. Tendederos colgados en las ventanas, humo saliendo de alguna chimenea, gritos de niños jugando en el vacío entre dos viaductos, perros ladrando atascados tras una verja, un bebé llorando, dos bebés llorando, tres bebés llorando, cuatro, cinco, seis, siete... Y el ruido de una canción, una canción, una fiesta que viene de algún lugar, de algún lugar de abajo, de una grieta, de un subterráneo, de un respiradero (estoy tratando de encontrar las palabras adecuadas, porque hay demasiadas palabras). Son las siete de la mañana de un martes, el cartel de la entrada dice: La Barca After Club. Música alta, vapor, ruido de gente, olor a alcohol sudado y creolina que viene de abajo.

Ya está terminando.

Te juro que sí.

Creo que fue Maiakovski quien dijo esa frase: dicen que en algún lugar, parece que en Brasil, hay un hombre feliz. Maiakovski, el poeta de la revolución, el mismo que se suicidó (o fue suicidado) el día de mi cumpleaños. 

Este hombre, que baila así de raro, se llama André. Es... un fotógrafo. Quiero decir, hago fotos, me gusta hacer fotos, porque esto de ser fotógrafo... Nunca sabré cómo debo explicarlo, si en primera persona o en segunda o en tercera del plural o si me invento una nueva persona. Si pudiera, diría: André es el que quedé, el que me he quedado en tu, en el mío, en nuestro país en llamas, vio el mar seco, sentí el frío del sol oscuro, es el que se escondemos en las cuevas y en las rocas de los montes y dijo a los montes y a las rocas: caed sobre nosotros, sobre mí, tú y escondednos de la cara de aquel… (Una música, un ruido). Luego, intuyendo el final, empezó a hacer fotos, André, y a subir esas fotos a una cuenta de Instagram. Una serie interminable de fotos de todas las cosas que le rodean, de todas las cosas de ese tiempo, de todas las cosas que le hacen (todavía) sentirse vivo (todavía), perteneciente a esa tierra, a ese país, a ese continente, como una forma de no olvidarse o como un registro de las cosas que tal vez dejarán de existir, se desvanecerán, y necesitan ser vistas por alguien que, en el futuro, encuentre esas fotos, aunque sea un destello, como mirar a través de la cerradura, una fisura, una fisura en el tiempo. Eso si alguien sobreviviera, por supuesto.

Una serie de fotos al azar.

La cara de Ana una vez más.

–pájaro, vagón, barandilla, televisión, zona de cereales, ración humana, amor, Copan, Marqués de Itu, paisaje, fake news, una nube con forma de pez, una isla flotante de bolsas de plástico, PEC del fin del mundo–

El sueño de todo diccionario, de toda biblioteca, el sueño de todo Google: todas las palabras del mundo al mismo tiempo, todas las imágenes del mundo al mismo tiempo, todas las verdades del mundo al mismo tiempo, la imposibilidad de distinguir en qué punto empieza una y termina otra, la ausencia de fondo, de frontera, de sentido, una pesadilla de palabras e imágenes que sólo se atropellan, se superponen, se acumulan, la falta de espacio, la imposibilidad del pensamiento, de la síntesis, de la respiración, del diálogo, de la escucha, del horizonte, del papel en blanco, cielo claro, niebla, lago, penumbra (la brasa del cigarrillo que me permite distinguir tu rostro mientras te acompaño en la oscuridad, amiga mía, tú siempre a mi lado, toda mi vida a mi lado), claror: el fin del mundo.

Una fotografía sobreexpuesta.

La música más fuerte.


(Fragmento de Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo–)


André Felipe es dramaturgo, actor, director e investigador teatral. Es integrante y fundador del colectivo A Ursa de Araque.

escucha la entrevista:

Apresentação Critica

André Felipe es dramaturgo, actor y director de teatro. Es licenciado en Educación Artística con Habilitación en Artes Escénicas por la Universidad Estatal de Santa Catarina (2009) y postgraduado en Dramaturgia por la Universidad Nacional de las Artes (ex IUNA), Buenos Aires (2013). Doctor en Artes Escénicas por la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (2021), con la tesis titulada Postais para o fim do mundo: temporalidades latino-americanas na dramaturgia contemporânea –Postales para el fin del mundo: temporalidades latinoamericanas en la dramaturgia contemporánea–. Fue becario del DAAD y desarrolló parte de su investigación en el Institut für Theater-, Film- und Medienwissenschaften de la Goethe-Universität Frankfurt am Main en Alemania (2019-2021). 

Es integrante y cofundador de la compañía A ursa de Araque, donde actúa en las áreas de dramaturgia, dirección e interpretación. El colectivo fue fundado en 2007 y actualmente está formado por los artistas Ana Luiza Fortes, André Felipe y Vinicius Coelho, que actualmente viven en Europa.

Junto con la compañía, André es el autor de las siguientes dramaturgias: À distância – lado A e lado B –A distancia: lado A y lado B– (2013); Sem horas –Sin horas– (2014); y el proyecto Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo– (2018). También ha escrito, Midori (2013); Poses para (não) esquecer –Posturas para (no) se olvidar– (2013); Página 469 (2015); OTRA –La hermana bruta– (2015); Escrita-ação –Escritura-Acción– (2016); Perdão Cavalo Preguiça –Perdón Caballo Perezoso– (2017); O demônio do meio-dia –El demonio del mediodía– (2017); y Mansa (2018). En 2012, publicó el libro Suéter laranja em dia de luto –Jersey naranja en día de luto– seguido de Não sempre –Ni siempre–, con sus dos obras de teatro galardonadas con el Premio Rogério Sganzerla de la Editora UFSC. 

Ha coordinado numerosos cursos de dramaturgia en países como Argentina, Chile, Alemania y España. En Brasil, ha impartido talleres en instituciones como el Núcleo de Dramaturgia FIRJAN SESI; Funcarte; SESC Nacional; Galpão Cine Horto; IFSC y otras.

La investigación respecto al lenguaje que lleva a cabo con la compañía A Ursa de Araque se basa en la ficción de experiencias personales, en un intento de elaborar la brecha entre vivir y narrar la propia vida. De este modo, la metodología de escritura de los textos se produce en un proceso de colaboración, en relación directa con la construcción de la escena. Es así como la dimensión colectiva tiene un espacio importante en la producción textual de André.

Y más allá de hacer ficción a partir de la vida misma, dispositivo utilizado en las experiencias concebidas en el marco de A Ursa de Araque, André lleva la conexión con lo real también en las dramaturgias fuera del colectivo. Experiencias empíricas como la de la penitenciaría para mujeres de Florianópolis, acontecimientos de repercusión nacional y divulgados por los medios de comunicación, y otras construcciones de lo real están presentes con frecuencia en la dramaturgia de André.

Además, la experiencia de la investigación en la ciudad de Buenos Aires ha ocupado un espacio en la producción de André. En 2011 y 2012 desarrolló la curaduría del Ciclo de Lecturas Públicas de la Nueva Dramaturgia Latinoamericana en Buenos Aires. La dimensión de la identidad plural latinoamericana aparece en la obra de André no de forma tematizada, sino en las estructuras no dramáticas que el escritor propone. El autor investiga otras formas de construir la dramaturgia más allá de la fórmula aristotélica eurocéntrica. Y, en cada nueva producción, una forma única de abordarlas.

A partir de este interés y de la experiencia en el diálogo con artistas latinoamericanos, André también creó el podcast Latinofuturismo, una conversación con artistas sobre el imaginario del futuro en la escena latinoamericana. En el podcast, habla con dramaturgos de Brasil, México y Chile que produjeron narrativas que proponen imaginarios sobre el futuro. 

Así llegamos al tema central de la obra de André Felipe: el tiempo. Las dramaturgias Mansa y Perdendo tempo –Perdiendo el tiempo– ilustran perfectamente este enfoque. Son obras que funcionan con la misma construcción formal: personajes que hablan en años diferentes sitúan el tiempo en un presente absoluto. Las temporalidades de 1990 o 2058 se construyen de la misma manera, y la narrativa se desarrolla en el cruce entre lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará. En Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo– encontramos tres monólogos con situaciones que emulan un apocalipsis inminente. Las diferentes perspectivas sobre el final y la muerte son planteadas como temas existenciales y sociales. 

Estas construcciones también se alinearon en forma de investigación académica y poética. En su doctorado, André investigó el tiempo en la dramaturgia y desarrolló no sólo una reflexión sobre el tema, sino que creó un tejido narrativo que transforma la propia tesis en ficción. En el resumen, indicó que en 2066 André Felipe es informado de que su tesis escrita en 2021 se ha perdido. Es entonces cuando el material de investigación se presenta como restos de esta investigación en el pasado. Estos borradores, tachaduras, apuntes, recuerdos de una investigación se indican como memoria de un presente que se evoca en el futuro. La noción de aprehensión de la investigación a través de la ficción del tiempo, que siempre se nos escapa de las manos, sitúa la tesis de André también en la dimensión dramatúrgica. En su texto, André evoca a Walter Benjamin: “No tengo nada que decir. Sólo que mostrar”. Es la narrativa de una investigación perdida lo que encontramos. Desde el futuro, André explica el funcionamiento de la tesis: “en este viaje a través del tiempo, me convierto en una especie de arqueólogo del futuro latinoamericano y trato de encontrar, en los fragmentos del pasado, algo que podría haberse perdido”.

(Lígia Souza Oliveira)


André Felipe es dramaturgo, actor, director e investigador teatral. Es integrante y fundador del colectivo A Ursa de Araque.

André Felipe es dramaturgo, actor y director de teatro. Es licenciado en Educación Artística con Habilitación en Artes Escénicas por la Universidad Estatal de Santa Catarina (2009) y postgraduado en Dramaturgia por la Universidad Nacional de las Artes (ex IUNA), Buenos Aires (2013). Doctor en Artes Escénicas por la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (2021), con la tesis titulada Postais para o fim do mundo: temporalidades latino-americanas na dramaturgia contemporânea –Postales para el fin del mundo: temporalidades latinoamericanas en la dramaturgia contemporánea–. Fue becario del DAAD y desarrolló parte de su investigación en el Institut für Theater-, Film- und Medienwissenschaften de la Goethe-Universität Frankfurt am Main en Alemania (2019-2021). 

Es integrante y cofundador de la compañía A ursa de Araque, donde actúa en las áreas de dramaturgia, dirección e interpretación. El colectivo fue fundado en 2007 y actualmente está formado por los artistas Ana Luiza Fortes, André Felipe y Vinicius Coelho, que actualmente viven en Europa.

Junto con la compañía, André es el autor de las siguientes dramaturgias: À distância – lado A e lado B –A distancia: lado A y lado B– (2013); Sem horas –Sin horas– (2014); y el proyecto Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo– (2018). También ha escrito, Midori (2013); Poses para (não) esquecer –Posturas para (no) se olvidar– (2013); Página 469 (2015); OTRA –La hermana bruta– (2015); Escrita-ação –Escritura-Acción– (2016); Perdão Cavalo Preguiça –Perdón Caballo Perezoso– (2017); O demônio do meio-dia –El demonio del mediodía– (2017); y Mansa (2018). En 2012, publicó el libro Suéter laranja em dia de luto –Jersey naranja en día de luto– seguido de Não sempre –Ni siempre–, con sus dos obras de teatro galardonadas con el Premio Rogério Sganzerla de la Editora UFSC. 

Ha coordinado numerosos cursos de dramaturgia en países como Argentina, Chile, Alemania y España. En Brasil, ha impartido talleres en instituciones como el Núcleo de Dramaturgia FIRJAN SESI; Funcarte; SESC Nacional; Galpão Cine Horto; IFSC y otras.

La investigación respecto al lenguaje que lleva a cabo con la compañía A Ursa de Araque se basa en la ficción de experiencias personales, en un intento de elaborar la brecha entre vivir y narrar la propia vida. De este modo, la metodología de escritura de los textos se produce en un proceso de colaboración, en relación directa con la construcción de la escena. Es así como la dimensión colectiva tiene un espacio importante en la producción textual de André.

Y más allá de hacer ficción a partir de la vida misma, dispositivo utilizado en las experiencias concebidas en el marco de A Ursa de Araque, André lleva la conexión con lo real también en las dramaturgias fuera del colectivo. Experiencias empíricas como la de la penitenciaría para mujeres de Florianópolis, acontecimientos de repercusión nacional y divulgados por los medios de comunicación, y otras construcciones de lo real están presentes con frecuencia en la dramaturgia de André.

Además, la experiencia de la investigación en la ciudad de Buenos Aires ha ocupado un espacio en la producción de André. En 2011 y 2012 desarrolló la curaduría del Ciclo de Lecturas Públicas de la Nueva Dramaturgia Latinoamericana en Buenos Aires. La dimensión de la identidad plural latinoamericana aparece en la obra de André no de forma tematizada, sino en las estructuras no dramáticas que el escritor propone. El autor investiga otras formas de construir la dramaturgia más allá de la fórmula aristotélica eurocéntrica. Y, en cada nueva producción, una forma única de abordarlas.

A partir de este interés y de la experiencia en el diálogo con artistas latinoamericanos, André también creó el podcast Latinofuturismo, una conversación con artistas sobre el imaginario del futuro en la escena latinoamericana. En el podcast, habla con dramaturgos de Brasil, México y Chile que produjeron narrativas que proponen imaginarios sobre el futuro. 

Así llegamos al tema central de la obra de André Felipe: el tiempo. Las dramaturgias Mansa y Perdendo tempo –Perdiendo el tiempo– ilustran perfectamente este enfoque. Son obras que funcionan con la misma construcción formal: personajes que hablan en años diferentes sitúan el tiempo en un presente absoluto. Las temporalidades de 1990 o 2058 se construyen de la misma manera, y la narrativa se desarrolla en el cruce entre lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará. En Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo– encontramos tres monólogos con situaciones que emulan un apocalipsis inminente. Las diferentes perspectivas sobre el final y la muerte son planteadas como temas existenciales y sociales. 

Estas construcciones también se alinearon en forma de investigación académica y poética. En su doctorado, André investigó el tiempo en la dramaturgia y desarrolló no sólo una reflexión sobre el tema, sino que creó un tejido narrativo que transforma la propia tesis en ficción. En el resumen, indicó que en 2066 André Felipe es informado de que su tesis escrita en 2021 se ha perdido. Es entonces cuando el material de investigación se presenta como restos de esta investigación en el pasado. Estos borradores, tachaduras, apuntes, recuerdos de una investigación se indican como memoria de un presente que se evoca en el futuro. La noción de aprehensión de la investigación a través de la ficción del tiempo, que siempre se nos escapa de las manos, sitúa la tesis de André también en la dimensión dramatúrgica. En su texto, André evoca a Walter Benjamin: “No tengo nada que decir. Sólo que mostrar”. Es la narrativa de una investigación perdida lo que encontramos. Desde el futuro, André explica el funcionamiento de la tesis: “en este viaje a través del tiempo, me convierto en una especie de arqueólogo del futuro latinoamericano y trato de encontrar, en los fragmentos del pasado, algo que podría haberse perdido”.

(Lígia Souza Oliveira)


Una canción estruendosa en una atmósfera de fin.

Se va terminando.

No se preocupen pues ya está terminando.

–edificios, túneles, viaductos, coches, contaminación, grosería, hambre, río muerto, jpg, McDonald’s, Starbucks, caca humana, purpurina, residuos, ciudad limpia, cola, selfie, sífilis, carne mechada, croqueta, bandera nacional, lluvia ácida, boy basura, kit gay, luz blanca, píxel, mancha de sangre, una mujer caída, perforadora–

Ana, me pediste que imaginara el futuro. Pero su final fracturó algo y me llevó a pensar en el final de todas las cosas. Este ensayo es un primer intento de encontrar algo parecido a un final.

Se va terminando.

Ya está terminando.

La cara de Ana casi irreconocible en un cartel viejo y roto.

Me imagino una fiesta en un búnker en el centro de una megalópolis latinoamericana. Podría ser São Paulo. Imaginen una São Paulo apocalíptica. Es difícil de imaginar, ¿verdad? –edificios, túneles, viaductos, coches, contaminación, grosería, hambre, río muerto, jpg, McDonald’s, Starbucks, caca humana, purpurina, residuos, ciudad limpia, cola, selfie, sífilis, carne mechada, croqueta, bandera nacional, lluvia ácida, boy basura, kit gay, luz blanca, píxel, mancha de sangre, una mujer caída, perforadora– ¿Qué más? Imagino un paisaje no muy diferente al de mi ventana, pero todo en doble, triple, cien veces. ¿Eres capaz de imaginar? A primera vista parece una ciudad abandonada, porque todo es una exageración, no hay fondo, no hay horizonte, por lo que es difícil distinguir las cosas... pero si nos fijamos bien, podemos notar detalles, vestigios, huellas humanas por todas partes. Tendederos colgados en las ventanas, humo saliendo de alguna chimenea, gritos de niños jugando en el vacío entre dos viaductos, perros ladrando atascados tras una verja, un bebé llorando, dos bebés llorando, tres bebés llorando, cuatro, cinco, seis, siete... Y el ruido de una canción, una canción, una fiesta que viene de algún lugar, de algún lugar de abajo, de una grieta, de un subterráneo, de un respiradero (estoy tratando de encontrar las palabras adecuadas, porque hay demasiadas palabras). Son las siete de la mañana de un martes, el cartel de la entrada dice: La Barca After Club. Música alta, vapor, ruido de gente, olor a alcohol sudado y creolina que viene de abajo.

Ya está terminando.

Te juro que sí.

Creo que fue Maiakovski quien dijo esa frase: dicen que en algún lugar, parece que en Brasil, hay un hombre feliz. Maiakovski, el poeta de la revolución, el mismo que se suicidó (o fue suicidado) el día de mi cumpleaños. 

Este hombre, que baila así de raro, se llama André. Es... un fotógrafo. Quiero decir, hago fotos, me gusta hacer fotos, porque esto de ser fotógrafo... Nunca sabré cómo debo explicarlo, si en primera persona o en segunda o en tercera del plural o si me invento una nueva persona. Si pudiera, diría: André es el que quedé, el que me he quedado en tu, en el mío, en nuestro país en llamas, vio el mar seco, sentí el frío del sol oscuro, es el que se escondemos en las cuevas y en las rocas de los montes y dijo a los montes y a las rocas: caed sobre nosotros, sobre mí, tú y escondednos de la cara de aquel… (Una música, un ruido). Luego, intuyendo el final, empezó a hacer fotos, André, y a subir esas fotos a una cuenta de Instagram. Una serie interminable de fotos de todas las cosas que le rodean, de todas las cosas de ese tiempo, de todas las cosas que le hacen (todavía) sentirse vivo (todavía), perteneciente a esa tierra, a ese país, a ese continente, como una forma de no olvidarse o como un registro de las cosas que tal vez dejarán de existir, se desvanecerán, y necesitan ser vistas por alguien que, en el futuro, encuentre esas fotos, aunque sea un destello, como mirar a través de la cerradura, una fisura, una fisura en el tiempo. Eso si alguien sobreviviera, por supuesto.

Una serie de fotos al azar.

La cara de Ana una vez más.

–pájaro, vagón, barandilla, televisión, zona de cereales, ración humana, amor, Copan, Marqués de Itu, paisaje, fake news, una nube con forma de pez, una isla flotante de bolsas de plástico, PEC del fin del mundo–

El sueño de todo diccionario, de toda biblioteca, el sueño de todo Google: todas las palabras del mundo al mismo tiempo, todas las imágenes del mundo al mismo tiempo, todas las verdades del mundo al mismo tiempo, la imposibilidad de distinguir en qué punto empieza una y termina otra, la ausencia de fondo, de frontera, de sentido, una pesadilla de palabras e imágenes que sólo se atropellan, se superponen, se acumulan, la falta de espacio, la imposibilidad del pensamiento, de la síntesis, de la respiración, del diálogo, de la escucha, del horizonte, del papel en blanco, cielo claro, niebla, lago, penumbra (la brasa del cigarrillo que me permite distinguir tu rostro mientras te acompaño en la oscuridad, amiga mía, tú siempre a mi lado, toda mi vida a mi lado), claror: el fin del mundo.

Una fotografía sobreexpuesta.

La música más fuerte.


(Fragmento de Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo–)