Una canción estruendosa en una atmósfera de fin.
Se va terminando.
No se preocupen pues ya está terminando.
–edificios, túneles, viaductos, coches, contaminación, grosería, hambre, río muerto, jpg, McDonald’s, Starbucks, caca humana, purpurina, residuos, ciudad limpia, cola, selfie, sífilis, carne mechada, croqueta, bandera nacional, lluvia ácida, boy basura, kit gay, luz blanca, píxel, mancha de sangre, una mujer caída, perforadora–
Ana, me pediste que imaginara el futuro. Pero su final fracturó algo y me llevó a pensar en el final de todas las cosas. Este ensayo es un primer intento de encontrar algo parecido a un final.
Se va terminando.
Ya está terminando.
La cara de Ana casi irreconocible en un cartel viejo y roto.
Me imagino una fiesta en un búnker en el centro de una megalópolis latinoamericana. Podría ser São Paulo. Imaginen una São Paulo apocalíptica. Es difícil de imaginar, ¿verdad? –edificios, túneles, viaductos, coches, contaminación, grosería, hambre, río muerto, jpg, McDonald’s, Starbucks, caca humana, purpurina, residuos, ciudad limpia, cola, selfie, sífilis, carne mechada, croqueta, bandera nacional, lluvia ácida, boy basura, kit gay, luz blanca, píxel, mancha de sangre, una mujer caída, perforadora– ¿Qué más? Imagino un paisaje no muy diferente al de mi ventana, pero todo en doble, triple, cien veces. ¿Eres capaz de imaginar? A primera vista parece una ciudad abandonada, porque todo es una exageración, no hay fondo, no hay horizonte, por lo que es difícil distinguir las cosas... pero si nos fijamos bien, podemos notar detalles, vestigios, huellas humanas por todas partes. Tendederos colgados en las ventanas, humo saliendo de alguna chimenea, gritos de niños jugando en el vacío entre dos viaductos, perros ladrando atascados tras una verja, un bebé llorando, dos bebés llorando, tres bebés llorando, cuatro, cinco, seis, siete... Y el ruido de una canción, una canción, una fiesta que viene de algún lugar, de algún lugar de abajo, de una grieta, de un subterráneo, de un respiradero (estoy tratando de encontrar las palabras adecuadas, porque hay demasiadas palabras). Son las siete de la mañana de un martes, el cartel de la entrada dice: La Barca After Club. Música alta, vapor, ruido de gente, olor a alcohol sudado y creolina que viene de abajo.
Ya está terminando.
Te juro que sí.
Creo que fue Maiakovski quien dijo esa frase: dicen que en algún lugar, parece que en Brasil, hay un hombre feliz. Maiakovski, el poeta de la revolución, el mismo que se suicidó (o fue suicidado) el día de mi cumpleaños.
Este hombre, que baila así de raro, se llama André. Es... un fotógrafo. Quiero decir, hago fotos, me gusta hacer fotos, porque esto de ser fotógrafo... Nunca sabré cómo debo explicarlo, si en primera persona o en segunda o en tercera del plural o si me invento una nueva persona. Si pudiera, diría: André es el que quedé, el que me he quedado en tu, en el mío, en nuestro país en llamas, vio el mar seco, sentí el frío del sol oscuro, es el que se escondemos en las cuevas y en las rocas de los montes y dijo a los montes y a las rocas: caed sobre nosotros, sobre mí, tú y escondednos de la cara de aquel… (Una música, un ruido). Luego, intuyendo el final, empezó a hacer fotos, André, y a subir esas fotos a una cuenta de Instagram. Una serie interminable de fotos de todas las cosas que le rodean, de todas las cosas de ese tiempo, de todas las cosas que le hacen (todavía) sentirse vivo (todavía), perteneciente a esa tierra, a ese país, a ese continente, como una forma de no olvidarse o como un registro de las cosas que tal vez dejarán de existir, se desvanecerán, y necesitan ser vistas por alguien que, en el futuro, encuentre esas fotos, aunque sea un destello, como mirar a través de la cerradura, una fisura, una fisura en el tiempo. Eso si alguien sobreviviera, por supuesto.
Una serie de fotos al azar.
La cara de Ana una vez más.
–pájaro, vagón, barandilla, televisión, zona de cereales, ración humana, amor, Copan, Marqués de Itu, paisaje, fake news, una nube con forma de pez, una isla flotante de bolsas de plástico, PEC del fin del mundo–
El sueño de todo diccionario, de toda biblioteca, el sueño de todo Google: todas las palabras del mundo al mismo tiempo, todas las imágenes del mundo al mismo tiempo, todas las verdades del mundo al mismo tiempo, la imposibilidad de distinguir en qué punto empieza una y termina otra, la ausencia de fondo, de frontera, de sentido, una pesadilla de palabras e imágenes que sólo se atropellan, se superponen, se acumulan, la falta de espacio, la imposibilidad del pensamiento, de la síntesis, de la respiración, del diálogo, de la escucha, del horizonte, del papel en blanco, cielo claro, niebla, lago, penumbra (la brasa del cigarrillo que me permite distinguir tu rostro mientras te acompaño en la oscuridad, amiga mía, tú siempre a mi lado, toda mi vida a mi lado), claror: el fin del mundo.
Una fotografía sobreexpuesta.
La música más fuerte.
(Fragmento de Ensaios para o fim do mundo –Ensayos para el fin del mundo–)