MAICON: ¿Jugamos a policías y ladrones?
PENINHA: ¡Yo soy la policía!
NATANAEL: ¡Yo soy el ladrón!
MAICON: ¡No! ¡Quiero jugar al ladrón!
NATANAEL: Qué no... ¿Déjame que yo haga de ladrón?
CORO: ¡Atrapen al ladrón!
NATANAEL: ¡Entonces, ya está! Todos ya estamos de acuerdo. Prepárense. ¡Uno, dos, medio y ya!
Inician una frenética carrera, con las manos imitando armas y onomatopeyas, hasta que el actor que interpreta al policía atrapa a Nathaniel.
VIVI: ¡Corre, Natanael! ¡Huye, amigo mío!
PENINHA: ¡Te voy a desollar, negrito asqueroso! ¡Vamos a arrancar tu piel! (comienza a patear a Natanael.)
DUDA: ¡Oye, para, para! ¿Qué pasa? Vamos gente, ¡que esto es sólo un juego!
VIVI: ¡Vosotros sólo jugáis estos juegos violentos! ¡No quiero jugar más con vosotros!
DUDA: ¿Jugamos con otra cosa? ¡Vamos! ¡Todos al suelo!
Todos los actores se tumban en el suelo y se ponen las manos en la espalda.
DUDA: ¡No, estúpidos! ¡No es así! ¡Todos al suelo! ¡Al suelo! (cantando.) ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! Ahora pónganse las manos en la cabeza porque ya empezamos…
Todos los niños bailan, mientras Natanael, de pie en un rincón, inhala una bolsa plástica con sustancia tipo pegamento. Los niños bailan a su alrededor, tratando de hacer que se una al grupo.
MAICON: Venga, Nathaniel, vamos. ¡Las chicas están bailando para nosotros! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo!
NATANAEL: No quiero. ¡Déjame en paz!
PENINHA: ¡Vamos, es carnaval! Mi madre dice que es hora de liberarse…
Peninha saca un polvo blanco de su bolsillo y se lo lanza a la cara a Nathaniel.
PENINHA: ¡A ver si hoy al menos te pones blanco!
Silencio. La música se detiene. Todos los niños se quedan mirando a los dos.
MAICON: ¡Mierda!
VIVI: ¡Ostras! Creo que mi madre me está llamando. ¡Será mejor que me vaya a casa!
DUDA: Oye, negra del aceite, tú te quedas. ¡Es carnaval! ¡Es fiesta! (coge un polvo blanco y se lo echa también a Vivi.)
Inmediatamente vuelve a sonar la música y comienza a armarse un follón en el que todos los actores se ensucian de blanco, quedando la cara completamente cubierta de polvo. Todos vuelven a jugar, excepto Natanael y Peninha, que, detenidos en la escena, siguen mirándose un rato. En este clima de la escena, los personajes acaban cediendo y entran en el juego.
VIVI: ¡Oye, chicos, vamos a casa! Que están haciendo una fiesta allí. Todo el mundo está bebiendo y hay comida gratis.
NATANAEL: ¡Sí!
VIVI: ¡Sí! ¿Quién dice que estás invitado? ¿Quién se atrevería a bailar contigo?
Todos se ríen.
DUDA: Oye, que no puedes entrar en la fiesta, ni siquiera con el polvo blanco dejas de ser un negrito sucio.
Todos se ríen.
MAICON: Oye, macho, eres un cenicero, ¿eh? Tienes las piernas manchadas. Tu madre te apaga el cigarrillo en las piernas, ¿a qué sí?
PENINHA: ¡Este mono puede bañarse todas las veces que quiera, ese color no saldrá!
Otras frases surgen simultáneamente y Natanael comienza a enfurruñarse, encerrándose mientras el narrador habla.
NARRADOR: Esa noche, muchas cosas quedaron grabadas en la memoria infantil de Natanael. No pudo evitar pensar en lo que significaba todo aquello. Como las mordeduras de cangrejo, sintió cada palabra. Atacaban su piel, su cuerpo, que se cerraba, se encogía y se retraía ante tantos golpes sonoros. A partir de entonces, llevaría para siempre esas cicatrices, peores que las de la varicela, la lepra o la viruela, eran marcas que dolían en su cuerpo y en su mente. A partir de entonces, nuestro héroe viviría reflexionando sobre ese día, con un odio latente. Su ira fue alimentada. Su fuerza se forjó.
Los niños se van. Agar entra.
NATANAEL: (llorando.) ¡Madre! ¡Quiero ser blanco!
NARRADOR: Natanael estaba inconsolable. Penalizada, Agar lo pone en su regazo para cuidar de su amado hijo.
Música:
Duerme, duerme, mi niño, rara joya, regalo del cielo
Estoy contigo en tu lucha, en tu llanto, te soy fiel
NATANAEL: (llorando.) ¡Madre, quiero ser blanco! Si me baño dos veces, me seco, me paso el jabón, me vuelvo a bañar, me vuelvo a secar y me vuelvo a bañar, ¡me pondré blanco, mamá! ¡Me voy a poner blanco, mamá!
Música:
Aún nos vamos a sonreír juntos, de esta desgracia, de esta cólera
En un lugar que emana vida, una tierra que fluye con leche y miel
NATANAEL: Madre, escucha lo que te digo: un día te haré sentir orgullosa. Un día seré un hombre blanco, madre. Nadie bailará conmigo, madre. ¿Nadie bailaría conmigo?
AGAR: Siempre bailaré contigo, hijo mío. Siempre bailaré contigo.
Música. Los dos personajes bailan. Música lenta, en una nueva melodía.
(Fragmento de Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero–)