Cecilia Ripoll empezó a hacer teatro en Río de Janeiro con la Compañía do Gesto, en 2001. Desde los primeros años de su carrera, se ha dedicado al teatro gestual y a los lenguajes de la máscara, actuando como actriz y asistente de dirección, pero también desarrollando su experiencia junto al público infantil. En 2011, terminó su licenciatura en Artes Escénicas en la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro.
Su primera dramaturgia es la obra infantil Paco e o tempo –Paco y el tiempo–, por la que recibió el III Premio Sesc Jóvenes Dramaturgos en 2013. En esta aventura filosófica a través de la visión del mundo de un niño que no se conforma con la estrechez objetiva de las respuestas de los adultos, ya se puede identificar la habilidad de la autora en la carpintería de la escritura, característica que hace que el texto tenga consistencia literaria y fluidez en la lectura que precede a la escena. El encadenado de las palabras y frases hace que las imágenes se despliegan, se abran, cuando los conceptos abstractos del mundo de los adultos son cuestionados por la mirada del niño. La dimensión lúdica de las formas animadas marcará el tono predominante de su enfoque en la escritura dramatúrgica.
En 2014, junto con otros artistas, Cecilia Ripoll fundó el Grupo Gestopatas, que se dedica a la investigación de la creación escénica desde el teatro gestual, la máscara y la manipulación de títeres y objetos. Con este grupo puso en escena Paco e o tempo –Paco y el tiempo–, asumiendo también la dirección. En 2016, el espectáculo recibió una nominación al Premio del Centro Brasileño de Teatro para Infancia y Juventud, en la categoría Obra de Formas Animadas. Al año siguiente, la obra ganó el premio del 45º Festival Nacional de Teatro Amateur a la Mejor Dramaturgia, a la Mejor Obra y al Especial del Jurado por su investigación en formas animadas.
Su dramaturgia ganó otras texturas con la participación en la tercera generación del Núcleo de Dramaturgia del SESI de Río de Janeiro, en 2017. El Núcleo está coordinado por Diogo Liberano, dramaturgo y director del grupo Teatro Inominável, que desde hace algunos años se dedica a la investigación y enseñanza de la dramaturgia en la ciudad. Liberano fue uno de los primeros dramaturgos de su generación en emerger en la escena carioca con la puesta en escena de Sinfonia sonho –Sinfonía sueño–, dentro del curso de dirección teatral de la Universidad Federal de Río de Janeiro, en 2011, y con la creación de la Mostra Hífen de Pesquisa-Cena, un entorno potente para la experimentación del lenguaje.
En el marco de la interlocución del Núcleo de Dramaturgia, Cecilia escribe Rose, obra seleccionada para ser representada en 2018, con dirección de Vinicius Arneiro. En cartelera a lo largo de una temporada en Río de Janeiro, el texto fue nominado al Premio Shell y publicado por la editorial Cobogó. Sus textos muestran una evidente habilidad para la creación de fábulas y la construcción de personajes. La dramaturgia de Rose, sin embargo, hace que las voces de los personajes acumulen diferentes instancias de enunciación: narran sus propias acciones y sensaciones, así como las de otros personajes, al mismo tiempo que dicen o exponen diálogos. Pero es la economía de palabras, el afinamiento de cada línea lo que hace de esta obra un caso ejemplar de negociación entre la moderación y la abundancia en la dinámica entre la información dada y la apertura a la imaginación.
En una reciente conversación en un podcast con Keli Freitas, una importante dramaturga de Río de Janeiro, la autora comenta una cierta incomodidad con la propuesta de sólo “contar una historia”: casi como si este propósito trajera consigo una carga, por así decirlo, anticuada. Frente a esta observación, es posible identificar en la dramaturgia de Rose un intento de problematizar la narración, de hacerla más compleja y multifacética. El autor busca formas de desestabilizar las actuaciones, proponiendo retos para la realización de la escena.
El hecho es que la fábula de Rose moviliza los afectos, porque, a medida que se desarrollan las acciones y las relaciones entre los personajes, aparecen síntomas inevitables de la situación histórica, política y social brasileña. A primera vista, el escándalo de desvíos de fondos públicos para alimentación escolar parece ser el tema más evidente. Pero la herida abierta del cuarto de la criada, un residuo colonial que se manifiesta en nuestra arquitectura urbana, como una “mancha de sangre de la forma de Brasil” dentro de nuestras casas, parece ser el núcleo de la desigualdad social que la obra denuncia, ampliando el problema del hambre al desequilibrio de los cuidados.
De alguna manera, la obra dialoga con la película Que horas ela volta? –Una segunda madre–, de Anna Muylaert, estrenada en 2015. La María Juliana de Cecilia Ripoll está de alguna manera cerca de la Jéssica de Anna Muylaert, pero también está emparentada con la joven activista Ana Júlia Ribeiro, una de las líderes del movimiento de estudiantes de ESO en el convulso año 2016. No por casualidad, la obra de la dramaturga de Río de Janeiro hizo nacer el personaje-hija del personaje-título cobra vida propia. La actriz del montaje, Natasha Corbelino, lleva la ficción adelante en una especie de spin-off, un solo presentado en pisos y pequeños espacios, que involucra al público en un juego-debate sobre la alarmante condición política del país.
Después de Rose, Cecilia sigue trabajando con el colectivo Gestopatas, pero también ha escrito textos para otros grupos y directores, como Hamlet Candidato, dirigido por Alex Mello, o Vermelha –Roja–, puesto en escena por Marcela Andrade. En 2021, escribió Na borda do mundo –En el borde del mundo–, para celebrar el 10º aniversario del Grupo Bando de Palhaços, una creación para el entorno digital y dirigida al público infantil.
La colaboración con Diogo Liberano se renueva con Brasis por escrever –Brasis por escribir–, un proyecto pedagógico de dramaturgia, esta vez elaborado y dirigido por los dos artistas. En 2020, crearon un grupo de investigación con artistas de todas las regiones del país para estudiar a dramaturgos y teóricos brasileños, con creaciones guiadas por el dúo.
Pança –Panza– es su más reciente creación hasta la fecha. La obra escrita y dirigida por ella se estrenó en 2021, reuniendo el bagaje del teatro de máscaras con los procedimientos dramatúrgicos experimentados en Rose. Las hablas de los personajes contienen diálogos, narraciones y comentarios. La autora vuelve a explorar un universo temático más fantástico, con distorsiones oníricas que hacen que la dramaturgia se dirija a veces a un público adulto, a veces al imaginario infantil, aunque no es un texto escrito para niños. Pero aquí la palabra de la autora aparece en una dinámica diferente. El texto incluye una enunciación mediadora, como una narración literaria o una intervención épica, que en la representación se materializa con un discurso musical.
La obra es una especie de auto moral del siglo XXI, escenificada con máscaras de la Commedia Dell'Arte, para asociar la invención de la imprenta de Gutenberg con las formas contemporáneas de difusión de la información. Una vez más, es una joven la que está en el centro de la trama. Inquebrantable, Josefina soporta lo que necesita en nombre de su padre, mientras éste se cree dueño de todas las soluciones. A medida que se desarrolla la escena, se vislumbran cuestiones sobre el estado del arte en la era de Internet, cuando el NFT y el criptoarte, por ejemplo, reeditan antiguas controversias entre el original y la copia. En la pesadilla del Escritor, la Máquina, como un villano de dibujos animados, amalgama las palabras y mata el original. También aparecen la polarización en la vida política, las confusiones de la era de la post verdad y el Escritor juzgado por el rey. Así, el texto comenta la desconfianza de los artistas en un país dirigido por una figura de autoridad equivocada. Finalmente, la obra culmina con la explosión de la respuesta que se hace viral sin explicación, en un juego con el azar del contagio, que afecta y moviliza a las multitudes para nada.
Incluso en el planteamiento de temas duros y serios, la dramaturgia de Cecilia Ripoll se vislumbra en la imagen de la pluma: su escritura es pura ligereza, aunque cargada de la conciencia histórica de los legados del teatro y de las crueles injusticias de la vida contemporánea.
(Daniele Avila Small)